Como cada partido fuera de casa, difícil empresa para el Maristas Algemesí. Ante el Balonmano Almoradí se demostró que aunque la diferencia en la tabla era amplia no hay partido fácil en la Primera Estatal de Balonmano. Salía el conjunto de Salva Esquer con la lección aprendida tras su último partido fuera de casa, en el que cayó frente a un equipo de la zona baja como el Levante UD Marni. Mandó en el marcador desde los primeros instantes del enfrentamiento, planteando una defensa abierta que pudiera incomodar a los lanzadores locales.
Pasados los diez primeros minutos, la ventaja era de tres goles para los de la Ribera Alta, que supieron mantener la diferencia hasta el descanso, consiguiendo superar las inferioridades numéricas. Solo el brazo de Rubén Ruiz inquietaba la portería defendida esta vez por Guillem Ferragud, que cuajó una gran actuación.
Con el 10-13 en el marcador arrancaba la segunda mitad y la tónica no cambió. Los ribereños salieron del vestuario concentrados y la diferencia alcanzó pronto los 7 goles, que parecían definitivos, pero nada más lejos de la realidad. Un bajón físico que acusó las bajas por lesión, junto con una reacción local, hizo que el Almoradí consiguiera reducir a solo dos goles la diferencia, con apenas tres minutos por disputarse.
Sin embargo, Maristas hizo gala de su saber estar en los momentos decisivos y anotó desde los siete metros un gol que dejó a los locales prácticamente sin posibilidades. Al final, 22-25 para los de Algemesí, que escalan una posición en la clasificación y quedan segundos a solo un punto del líder, el Balonmano Elda, próximo rival.
