El doctor en arte e historiador alcireño Bernat Montagud se ha empeñado en emular en el ámbito literario el crédito que se había labrado como profesor y divulgador del patrimonio. El jueves por la noche presentó su última novela en el salón de actos de la Casa de la Cultura de Alzira ante un público que siempre se muestra ante él muy entregado. El libro vuelve a recrear las intrigas del Vaticano que ya exploró en su último relato, «El banquero de Dios», aunque con nuevas tramas y mayores dosis de intriga y suspense.

La novela, titulada «Cuervos» ha sido editada por Neopàtria, el nuevo sello impulsado por los alcireños Antoni Martínez y Salvador Rosell. El libro se basa «en la confabulación orquestada para borrar las huellas de una gran infamia: las infernales finanzas de una institución que siempre nos hizo creer que vivía instalada en el cielo», esbozó el periodista Bernat Clari durante la presentación ante un auditorio entre el que se encontraban los pintores Rafael Armengol y Manolo Boix, los alcaldes de Alzira y Masalavés, y destacados representantes de la sociedad alcireña.

Clari elogió la «nueva arquitectura estilística» de Montagud, «que ha ganado consistencia y ofrece una prosa más ligera y cosmopolita». También subrayó que detrás «de ese enredo de personajes codiciosos y despiadados que han gobernado el catolicismo, aflora en la novela un retrato no menos verídico de la condición humana, en el que colisionan la integridad y la indecencia, ingredientes clásicos de la literatura universal».

Montagud, que ha invertido seis años en redondear la novela, pasea a sus protagonistas, entre los que no faltan cardenales, inspectores de policía, sicarios y periodistas, por ciudades tan fascinanntes como Roma, Milán, París, Estambul, Montreal o Nueva York hasta componer un thriler con tintes cinematográficos que resulta muy entretenido.

El responsable de Levante-EMV en la Ribera aprovechó su parlamento para poner la trayectoria vital de Montagud como ejemplo de integridad cívica. Recomendó a los ciudadanos que imitaran su búsqueda incansable de la perfección. «Ya está bién de chapuzas, mediocridades e improvisaciones», clamó antes de alertar sobre el «insuficiente pulso que se aprecia hoy en Alzira para bombear el talento y la recuperación económica».

Una interminable cola aguardó paciente a Montagud hasta que estampó su dedicatoria en los libros.