La bicicleta también puede ser un arte. Cerca de 180 apasionados de este mundo demostraron el domingo en Alzira lo que puede dar de sí una bici por vieja que parezca en la segunda edición de la «Tweed Ride» -denominada en esta ocasión «Vell i Sense Rovell»- en la que sacaron a pasear todo tipo de bicis clásicas restauradas -incluso alguna de finales del siglo XIX- y, ataviados con indumentaria de época, pedalearon hacia atrás en el tiempo para disfrutar de una jornada lúdica que coincidió con el día internacional sin coches que cerró al tráfico el centro de Alzira.
Esta segunda edición del encuentro de bicicletas clásicas de Alzira reunió a aficionados de la Ribera principalmente, pero también de Valencia ciudad y a una nutrida representación de la peña las Galgas de Yecla, que duplicaron ampliamente la participación de la cita celebrada el año pasado. Los organizadores trabajaron desde primera hora de la mañana en la Plaça del Carbó para recibir a todos los participantes -en algunos casos familias enteras- que fueron mostrando sus bicis y sus originales atuendos ante la sorpresa de peatones y ciclistas que habían salido a disfrutar de las calles sin tráfico y que se acabaron sumando a la marcha. Ésta recorrió las principales calles de la ciudad y tanto en la Plaça del Carbó como en la plaza Mayor se fundió con la de ciclistas que, convocados por La Ribera en Bici, participaban en un acto en defensa del clima.
Una votación popular designó como la bici más llamativa una antigua Guzzi Hispania a la que se han acoplado pedales, aunque finalmente se cedió el trofeo a un participante de Yecla que había incorporado una cabra al portamaletas de su bici clásica. Él era el pastor, otros participantes de Yecla representaron otros oficios ya desaparecidos y que solían utilizar la bicicleta como medio de transporte como el lechero o un vendedor de fruta.
Ciclistas con indumentaria de la época de Bahamontes o incluso anterior y repartidores de prensa formaban parte de un elenco de lo más llamativo.