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Cuando la unión no hace la fuerza

Clubes de referencia de la comarca quedan descabalgados de las principales ligas por la falta de ayudas y dificultad para compaginar afición y trabajo

Cuando la unión no hace la fuerza

El cambio cultural que llegó inherente a la consolidación del capitalismo liberal de los años ochenta, con jornadas de trabajo que se alargan prácticamente durante todo el día, ha provocado graves consecuencias en la comarca. Muchos de los equipos que brillaban en el último lustro han ido desapareciendo y hoy son sólo un recuerdo de viejas glorias que escribieron páginas brillantes durante varias temporadas. La crisis económica supuso la puntilla definitiva, con la desaparición de ayudas que procedían o bien de los consistorios (que soltaron billetes a montones durante la época de las vacas gordas) o de patrocinadores, que huyeron en masa cuando Lehman Brothers se convirtió en ejemplo de la avaricia capitalista.

Con todo, la mezcolanza del cambio cultural capitalista, la desaparición de fondos por la crisis económica y la escasez de jugadores (consecuencia en buena medida de las dos anteriores con generaciones escasamente nutridas) ha acabado por finiquitar la trayectoria de históricos conjuntos o devaluarlos hasta niveles preocupantes.

Quizá el caso del Sueca Ricers de fútbol americano es el más paradigmático. El club arrocero cuenta este año con una formación juvenil que mantiene vivo este deporte en la comarca, donde tuvo escaso arraigo. Sin embargo, durante unos años, un grupo de aficionados a esta práctica yanqui hizo posible el sueño. Configuraron un equipo que incluso se nutrió de jugadores internacionales de países centro y suramericanos y llegaron a situarse como el cuarto mejor equipo de España. Cuando el globo empezaba a crecer por el aumento de la afición, se pinchó drásticamente. Este año ha desaparecido. «No había ni gente ni dinero y no queríamos empezar la temporada para después modificar la competición con nuestra retirada. Ni cuando quedamos como cuarto mejor equipo de España y tuvimos ocasión de jugar competiciones europeas recibimos el apoyo económico que necesitábamos», explica el último entrenador del conjunto sénior, Salvador Bartolomé, quien añade: «Cada partido costaba 1.000 euros en árbitros y fisios, al igual que los desplazamientos por toda España. Lo costeábamos los jugadores y era insostenible». Existe cierto movimiento en Sueca para recuperar el fútbol americano pero tendrán que cambiar muchas cosas para hacerlo posible.

Otros equipos importantes venidos a menos en los últimos años fueron el Cullera de fútbol, el Maristas Algemesí de balonmano y el Alzira de voleibol, por situar ejemplos rápidos. Quizá también la UD Alzira se ha dado cuenta que su militancia en la Segunda División B supone un auténtico quebradero de cabeza. El precio de las licencias, los árbitros y los desplazamientos encarecen en exceso una competición que tampoco supone tantos privilegios. Que le pregunten al Olímpic de Xàtiva o al Huracán de Valencia, dos clubes en serios aprietos.

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