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Balas que no se disparan

La iniciativa que empaca los residuos del cultivo del arroz cumple su segunda campaña con una reducción en el volumen reciclado a causa de la lluvia y las quemas

El Banco de la Paja del Arroz de l'Albufera está a pocos días de concluir su segunda campaña con datos tal vez menos positivos que en 2014 pero con mayor experiencia e ilusión para avanzar esta iniciativa que se consolida como alternativa sostenible a la quema selectiva del residuo del cultivo del arroz.

En este ejercicio el banco ha empacado unas 400 balas de paja de arroz, correspondientes a unas seis hectáreas de arrozales en el término de Albal, además de hacer de mediador con otras 300 piezas a través de otro empacador de Pinedo. Según explicó Lucía Moreno, de Acció Ecologista-Agró, entidad que forma parte del proyecto del Banco de la Paja, «recibimos este año más de mil solicitudes de agricultores para empacar la paja pero las lluvias han dejado el residuo mojado durante mucho tiempo y ha quedado inservible para destinarla a la bioconstrucción por la alta humedad. Además el mal tiempo nos ha impedido cumplir los plazos y cuando acudimos a algunos había agricultor que ya no quería que la recogiéramos».

En este sentido, otro de los problemas con los que se han encontrado este año ha sido la permisividad de la quema de la paja. «Nos ha influido porque los campos que teníamos pensado que íbamos a ir a empacar cuando hemos llegado los habían quemado y nos ha tocado buscar otros campos», admite Lucía Moreno que también revela que la máquina empacadora solo les permite «acceder a zonas altas que son en las que se puede entrar con maquinaria que no está adaptada al barro».

Moreno detalla que en este proyecto piloto «estamos aprendiendo sobre la marcha y nuestro alcance es muy pequeño y sin ánimo de lucro. No hay un protocolo ni unas característica técnicas concretas a días de hoy para establecer unos criterios de calidad de la paja del arroz». El uso de las pacas — cada una cuesta un euro de empacar — son principalmente para acolchados en agricultura y frutales, o en menor medida para camas de ganado, albergues o zonas de tiro con arco.

A pesar de que la presente campaña no ha cubierto las expectativas iniciales —el pasado año recogieron 720 balas— las conclusiones son positivas ya que la finalidad «es trabajar para que l'Albufera sea un espacio en el que se puedan llevar a cabo iniciativas de conservación y que cada vez más se tienda a una gestión sostenible de los recursos y para ello tenemos que estar todos los sectores implicados», incide la miembro de Agró.

Moreno recalca que hay «mucha gente interesada en la paja del arroz pero no se la llevan a sus campos porque no hay ninguna iniciativa de arroz ecológico y no quieren llevarse paja que contiene los restos de los productos químicos que se le echan al cultivo convencional. Deberíamos empezar a emplear técnicas de cultivo más respetuosas con la conservación de los espacios como la agroecología».

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