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Un pintor brillante que fue víctima de la postguerra

«Mi abuelo no era una persona política; estaba en zona republicana, cuando entran los nacionales le acusan de republicano», cuenta su nieta. Alfredo Claros cursó estudios de manera brillante en la Escuela de Bellas Artes San Carlos de Valencia y en 1925 fundó la Escuela de Artes y Oficios de Sueca. Poco después fallece su esposa Elvira Ribes, con tan solo 33 años. En 1926 se queda viudo con una niña de 8 años, Cristina, un niño de 4, Alfredo, y la más pequeña Amparo, de 2 años. Tras la Guerra Civil «se lo quitan todo; se queda solo con tres niños y sin poderles dar de comer», añade Cristina Pons. Se ganó la vida pintando paredes o en la siega del arroz, recuerda. Pepito Montó, director de escena y promotor artístico, propuso al ayuntamiento que le compraran un cuadro para que pudiera subsistir. En aquel momento no pudo ser, y no fue hasta más adelante cuando le realizaron algún encargo, cuenta. El artista fue reconocido por el consistorio al dedicarle una calle en 1966. e. m. sueca

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