Desde hace décadas, un amplio sector de la sociedad cullerense ha estado haciendo las gestiones pertinentes para que la figura del científico Joan Llopis Marí, tuviese su merecido reconocimiento. Cullera ha saldado ahora una deuda histórica con uno de sus hijos ilustres de mayor prestigio pero, paradójicamente, también uno de los más desconocidos. Tras demasiado tiempo en el olvido, la ciudad ribereña se ha volcado en los actos organizados por el instituto que lleva su nombre, en colaboración con el AMPA y el ayuntamiento, para dar a conocer la figura de uno de los químicos que de forma más decisiva contribuyó a la investigación al más alto nivel en la España franquista, precisamente cuando el apoyo a la ciencia era más bien escaso.
La ceremonia de desagravio se inició ayer pasadas las once de la mañana. Acompañado por la comunidad educativa, el alcalde, Jordi Mayor, inauguró la avenida que desde ahora llevará el nombre del insigne científico y humanista.
El emotivo acto se complementó con el descubrimiento de un mural del químico, ubicado a la puerta del centro educativo. Sus hijas, Blanca y Remedios Llopis, fueron las encargadas de destaparlo. Y es que una nutrida representación de la familia de Llopis se ha acercado acercó por este motivo hasta la capital turística de la Ribera para vivir en primera persona los actos organizados.
La numerosa comitiva, con representación institucional, de toda la comunidad educativa, entidades locales y vecinos, se dirigió entonces hasta el Auditorio Municipal del Mercado acompañada por la banda de música del instituto.
Allí se inauguró una trabajada exposición en la que se recoge la trayectoria personal y profesional de Llopis Marí. La muestra, de una calidad impresionante, la han realizado los alumnos del centro durante muchos meses y coordinados por la profesora Assumpta Cebolla. Han trabajado junto con la familia, amigos y colaboradores del científico recopilando información sobre su brillante currículo.
Blanca Llopis repasó la figura de su padre y destacó que, pese a pasar buena parte de su vida en Madrid, siempre llevó a Cullera en el corazón, ciudad natal a la se escapaba siempre que tenía ocasión.
