«Respeto las críticas y la libertad de expresión, cada uno puede actuar según su visión. Si nos hemos equivocado en alguna cuestión, el año que viene podemos seguir hablando, pero pienso que la decisión que tomamos era coherente». El alcalde de Alzira valoró ayer de este modo los silbidos recibidos el sábado durante la «Crida» tras la polémica suscitada con las fallas por no autorizar la instalación de la mayoría de las carpas hasta el día 11. «Cada uno, sea fallero o no, puede silbar al alcalde o cualquier persona dentro del marco de respeto institucional y personal», comentó, mientras reconocía que se esperaba los silbidos.

«Me había preparado a conciencia mi discurso, tenía claro qué era lo que tenía que hacer, incorporar un discurso más fresco a la 'crida' conectando la realidad territorial de mi ciudad con la fiesta que se transmitía en la plaza (?) Tenía claro que por mucho que hubieran seguido silbando, yo hubiera hecho mi parlamento», apostilló.

Diego Gómez indicó que, frente a la fórmula que utilizaba su antecesora en el cargo, él también tenía claro que «en ningún momento iba a dar a los falleros la ciudad». «La fiesta es de los falleros y representa a la ciudad, pero igual que cuando doy la llave a los Reyes Magos la doy para que traigan regalos a las familias, aquí se la doy a los falleros para que traigan la fiesta a la ciudad, pero la ciudad no es de los falleros y las falleras, Alzira es de todos», incidió.

El alcalde señaló que ese es el mensaje que ha trasladado en los últimos meses en todas las presentaciones a las que ha asisitido. «No me he escondido, siempre he defendido el mensaje: las Fallas son de todos, hagamos la fiesta en convivencia lo más participativa posible». Gómez bromeó señalando que «igual quieren que sea el Piqué de las Fallas» y se mostró abierto de cara el próximo año a recibir propuestas, «pero no sólo de las carpas, también sobre el alcohol» con el objetivo de «mejorar las fallas».