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Cullera

Una «mascletà» desde las dos orillas del río salva la proximidad de la montaña

El pirotécnico traslada el fuego aéreo al margen derecho y vuelve a disparar desde la rambla de S. Isidro

La «mascletà» del día de Sant Vicent volvió el lunes a dispararse en Cullera desde la rambla de San Isidro. Dos años después del incendio en la montaña provocado por el castillo de fuegos del día de la Baixà de la Virgen, y con la reglamentación que impedía los fuegos a menos de 500 metros de la falda de la montaña, la «mascletà» del día grande de las fiestas de Cullera recuperó su emplazamiento habitual.

Para llegar a ello, la delegación de Fiestas y la pirotecnia encargada, Hermanos Caballer de Almenara, que regresaba a las fiestas mayores de Cullera después de 12 años, tuvieron que multiplicar sus esfuerzos y realizar una solicitud especial para poder disparar en dicho emplazamiento. Después de algunas negociaciones, se consiguió dicho consentimiento para la parte terrestre de la «mascletà», pero con la dificultad de que la parte aérea de la misma tenía que ubicarse en la otra orilla del río.

Esta situación, totalmente novedosa, hizo que la pirotecnia tuviese no solo que superar la dificultad de disparar en las dos orillas del río, sino además hacerlo de forma simultánea, ya que en muchos momentos ambos niveles, el terrestre y el aéreo, se combinaban. La misma se dispara en la avenida que queda entre el conocido como parque de Correos y el «puente de piedra», donde este año solo se ha podido ubicar la parte terrestre.

Esta «mascletà» se convierte junto con el desfile de bandas que se celebra a continuación ante la casa consistorial en el centro de atracción tanto para los vecinos de la ciudad como para los visitantes, que aprovechan esta fecha festiva para acercarse a Cullera.

La «mascletà» fue, según relató José Caballer, clásica aunque con elementos novedosos, incrementando progresivamente el ritmo, con un inicio de tres fases de fuego aéreo, con introducción de secuencias digitales de truenos y volcanes, para seguir con las cinco retenciones de la «mascletà» con fuego terrestre acompañado de aéreo y un terremoto final en dos fases para rematar la misma con un bombardeo con secuencias digitales del final.

El equipo de trabajo de la Pirotecnia Hermanos Caballer realizó un especial esfuerzo en poder coordinar los tiempos desde ambas orillas del río, lo que suponía un trabajo añadido y una complicación más a un espectáculo que de por sí es complicado por lo reducido del espacio así como por la distancia entre los dos fuegos.

Una «mascletà» que contó con la aprobación del público, que aplaudió la misma durante más de tres minutos sin parar. El pirotécnico comentó que el castillo de fuegos que se disparará la noche del sábado al domingo, en la Aurora, llegará cargado de sorpresas, a pesar de no poder disparar en el mar, por la nueva normativa vigente.

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