Éste no está siendo un buen año para los agricultores que se dedican a cultivar variedades frutales de verano. Las suaves temperaturas de los meses de diciembre y enero y la posterior helada de febrero han mermado las cosechas de paraguayos, melocotones, nectarinas y albaricoques. Pero, además, la presencia de una aureola en la base de las nectarinas ha impedido la comercialización de gran parte de la cosecha de esta fruta en diversos municipios de la Ribera Alta.
Desde el sector calculan que alrededor del 50 % de la cosecha está afectada, aunque este porcentaje se dispara hasta el 90 % en el caso de las variedades de nectarina primerizas, según informaron desde la cooperativa de Turís.
Según explicaron desde esta entidad, este año se ha caracterizado por un invierno cálido, especialmente durante los meses de diciembre y principios de enero, lo que adelantó la floración de las nectarinas. Pero entre finales de enero y principios de febrero bajaron las temperaturas debido a los vientos de poniente. Esto propició que la fruta detuviera su proceso de crecimiento y el viento de poniente provocó la deshidratación de la corola de la flor, con lo que ésta se quedo pegada a la fruta y causó daños en la piel.
Parcelas sin cosechar
En la cooperativa de Turís calculan que entre el 50 % y el 60 % de la cosecha está afectada. El porcentaje aumenta en las variedades primerizas, las que florecieron a partir del 20 de enero, ya que se han visto afectadas en un 90 %. «La piel está deshecha y agrietada», lamentan desde Turís. En cambio, las variedades más tardías no se han visto tan afectadas. En esta cooperativa comentan que este fenómeno también se repite en poblaciones vecinas como Alfarp, Carlet y la Pobla del Duc. Desde la cooperativa de Alfarp explican que también se han visto afectados por un segundo problema. Las heladas de este pasado invierno han provocado que haya menos fruta y, cuando un árbol tiene poca fruta, la que sale se agrieta cuando está creciendo.
En definitiva, en Alfarp calculan que entre el 40 % y el 50 % de la cosecha se ha visto afectada por la aureola, que comúnmente denominan «el gorret» y por la fruta que se ha agrietado. El efecto del «gorret» varía según los terrenos y "algunas parcelas están tan dañadas que no hemos entrado ni a cosechar las nectarinas», dicen. En el caso de Alfarp, tan solo el 30 % de los huertos se dedican al cultivo de nectarinas; mientras que, el resto se emplean en el melocotón, que no se ha visto dañado por esta aureola.
Afortunadamente, la mayoría de seguros agrarios cubren los daños causados por "el gorret" al tener su origen en las inclemencias meteorológicas. Por otro lado, también ha habido una disminución del tamaño de los melocotones. Este año, además, se ha adelantando la cosecha entre 15 y 20 días y el 6 de abril ya empezaron los trabajos de recolección.
Una aureola poco estética
La corola de la flor, conocida como «el gorret», no afecta al sabor de las nectarinas, pero sí que impide su comercialización al dañar su aspecto. Y ni siquiera sale rentable emplear las frutas afectadas para producir zumo porque, según explican desde Alfarp, cosechar un kilo de nectarinas cuesta 12 céntimos y las empresas que producen zumo tan solo pagan 3 céntimos por cada kilo.
En teoría, ante una menor producción de nectarinas, deberían subir los precios. Pero las nectarinas que no se han visto afectadas por el «gorret» y son aptas para la comercialización también están teniendo dificultades para venderse porque la primavera está siendo bastante fría en el resto de Europa y, con estas circunstancias climáticas, a los consumidores no les apetece comer esta fruta, según lamentan desde Alfarp.
