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arqueología subacuática

La mar de patrimonio sepultado bajo el agua

El descubrimiento de otra pieza de un ancla romana constata la importancia comercial que adquirió Cullera en la época romana

La mar de patrimonio sepultado bajo el agua

Los romanos, a partir del siglo II antes de Cristo, se hicieron los dueños de Hispania tras sus disputas con los cartagineses. Los efectos de la romanización se dejaron sentir con fuerza en esta zona oriental por su situación geográfica, abierta al mar Mediterráneo, y por el paso de la Vía Hercúlea, posteriormente denominada Augusta. Así se faguó una profunda urbanización, con la fundación de ciudades. En este periodo se relaciona la ciudad de Sucro, cuya ubicación exacta sigue siendo un misterio.

Algunos historiadores sitúan Sucro, citada por Tito Livio, Estrabón o Salustio, en el actual municipio de Cullera, mientras que otros la sitúan en Albalat de la Ribera. En ese sentido, la arqueología no ha dado su última palabra. Los restos localizados hasta la fecha, tanto de época romano republicana como imperial, no permiten aún concretar su localización original.

Lo que sí parece evidente es que en Cullera se estableció un pequeño vicus (aldea) portuario ubicado en la falda sureste de la montaña desde el siglo II antes de Cristo que alcanzó su máximo desarrollo durante los siglos III y IV, coincidiendo con el decaimiento de otras grandes urbes romanas y que estuvo en funcionamiento hasta finales del siglo V.

Son habituales los hallazgos subacuáticos de ánforas y cepos de ancla, que evidencian la existencia de lugares de aguada y anclaje, así como de un comercio floreciente del que el Portum Sucrone (Cullera) es parte activa.

Concretamente en el Barrio de la Rápita se han hallado vestigios que van desde época romano-republicana hasta la época tardorromana, en las que los materiales arqueológicos (ánforas, cepos de ancla, cerámicas de importación, aparejos de pesca) muestran la extraordinaria vitalidad comercial y marítima de este núcleo de población.

Precisamente de los siglos IV al VI data una factoría de salazones, un horreum (almacén) y una taberna, que formaban parte de un conjunto de infraestructuras portuarias separadas por una vía sacra, fosilizada en la calle 25 de Abril, de la necrópolis.

De esta necrópolis cabe mencionar el hallazgo de una inhumación con restos de Caligae (calzado militar romano) y un monumento funerario. Todos estos hallazgos ponen de manifiesto la importancia que alcanzó el Portum Sucrone durante este periodo de la antigüedad tardía.

Cullera se revelará, entre los siglos V al VII, según el arqueólogo municipal Kike Gandia «como un centro de gran actividad económica y comercial, estimulada por el nuevo poder económico de la sede episcopal de Valencia. En Punta de l´Illa, en un pequeño islote próximo a la costa, se localizó un monasterio fundado por el obispo Justiniano, del que proceden materiales singulares».

El culto al mártir Vicente se extenderá a Cullera, donde cuenta la tradición que apareció su cuerpo arrastrado por la corriente del sinus sucronensis, tras ser martirizado y ejecutado en Valencia.

Paralelamente, asistimos a los últimos bríos comerciales que proporcionan una gran actividad económica, como queda patente en la abundante cerámica recuperada en diferentes excavaciones arqueológicas, destacando la vajilla de mesa, cerámica de cocina y ánforas, de origen muy diverso: norte de África, Focea, interior de la meseta, Ibiza, Galia, Lípari, Sicilia, Egeo, Siria, Palestina?

Estos hallazgos son muy importantes, puesto que entre la amplia información que nos aportan, contribuyen a continuar configurando el mapa de la Cullera de época romana tardía, que en ese momento, tal como ya reflejaban las fuentes antiguas —y que como muy bien recoge Andrés Piles—, se situaba en «el regazo meridional de la montaña, en el triángulo comprendido entre el mar, el río y la montaña». Esto también ha sido estudiado por Maria Luisa Chofre, que ubica «el enclave Sucrone/ Portum Sucrone de la antigüedad tardía, en la vía costera, cerca del antiguo Sucro (el río), cerca de la Mar Mediterráneo. Esta localización, sin duda, se encuentra cada vez más abonada por los recientes hallazgos arqueológicos».

La Rápita se encuentra al SE de la Montaña de Cullera y próxima a la playa, y es la zona donde se concentran los hallazgos arqueológicos de época romana, aunque no es el único punto, puesto que también han aparecido restos en lugares como Punta de l'Illa, plaza de la Libertad y calle de Vall, aunque con menor potencia y relevancia.

Numeroso hallazgos

Los hallazgos son numerosos, pero destacan dos actuaciones por su importancia: la factoría de salazones y el monumento funerario del c/ 25 de abril, nº 45. Después de siete campañas llevadas a cabo en la factoría de salazones, desde el 1984 hasta el 2003, los materiales y estructuras nos permiten diferenciar dos momentos cronológicos con funciones distintas. La primera fase constructiva se interpreta como un almacén portuario, que estaría en funcionamiento entre los siglos IV y V, y sobre los restos de las estructuras anteriores, amortizadas a mediados del siglo V, se construyeron un horreum y una taberna, que estarían en uso hasta finales del siglo VI.

Esta factoría de salazones tiene una gran importancia, porque es la que se encuentra más en el norte del territorio valenciano y la que posee cronología más tardía.

Cabe recordar que este yacimiento está íntimamente relacionado con el de Punta de l'Illa. Según el arqueólogo municipal Kike Gandia, «los materiales procedentes de ambos nos pueden indicar y nos hacen pensar que el Portum Sucrone se encontraba plenamente integrado en los circuitos de intercambio mediterráneo del bajo imperio y antigüedad tardía».

Estos hallazgos, por la diversidad de estructuras y su importancia, revelan que alrededor del s. V —fecha en la cual se enmarca tanto el área de necrópolis (el monumento funerario y los entierros recientemente encontrados), como la factoría de salazones— el Portum Sucrone fue un importante núcleo con una gran actividad económica.

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