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Recuerdos de oficios que se perdieron

Extrabajadoras avícolas de Avidesa se reúnen 50 años después tras haber desaparecido la industria y la marca

Puede que el nombre Avidesa haya perdido peso y relevancia en Alzira. La empresa que marcó un antes y un después es ahora una quimera lejana. Puede que los más jóvenes ni siquiera hayan oído hablar de ella. Pero, para que el nombre de Avidesa no caiga en el olvido y para recordar que no sólo vivía de helados, las antiguas trabajadoras de la empresa se han reunido para rememorar que hace medio siglo formaron parte de la historia de la localidad.

Reunidas por Mercedes Cortés, más de una veintena de mujeres rememoran sus días de trabajo en la histórica industria fundada por Luis Suñer. Ellas entraron jóvenes a trabajar la sección avícola de Avidesa. Era otra época, cuando las mujeres se casaban dejaban de trabajar. «Éramos unas chiquillas, pero cumplíamos con nuestras 45 horas semanales», explica Mercedes, «aunque existía un gran compañerismo y al final todas formábamos parte de una gran familia, allí cada una sabía cuál era su cometido». Curiosamente, su tarea era múltiple porque eran «chicas para todo». «Si se rompía alguna pieza de la maquinaria, se generaba un gran estropicio que nosotras teníamos que limpiar», recuerda Mercedes. «Si tocaba limpiar en los despachos, pues se iba y se limpiaba». O, sin ir más lejos, el famoso día de 1968 en el que los trabajadores de Avidesa fueron agraciados con dos premios del Gordo de Navidad en el que ni la alegría les alejó del trabajo. «Cuando nos dijeron que nos había tocado la lotería, les dije a mis compañeras que las celebraciones para luego, que allí íbamos a trabajar y teníamos que terminar nuestras labores antes», cuenta Mercedes.

Las condiciones laborales han cambiado. En aquellos años se trabajaba bajo unos parámetros más estrictos, por lo que saltárselos era una auténtica aventura: «Aún recuerdo cuando nos tocaba estar en la incubadora, había una compañera que cuando nadie la veía, se comía un huevo», rememora Mercedes. Tal cual, un recuerdo como este aún persiste en la memoria de las extrabajadoras de Avidesa.

Eran jóvenes, trabajadoras y, sí, un poco rebeldes. Lo propio de la edad. Entre sus 'fechorías', Mercedes destaca el hecho de engañar a sus madres cuando cobraban. «Mirábamos la forma de hacer que en el sobre, porque en aquel entonces se cobraba en un sobre, figurara un poco menos de los que nos tocaba, así nos dábamos el capricho de hacernos un granizado de limón todas juntas».

Aunque, con el transcurso de los años, sus oficios se esfumaron, por la desaparición de la granja avícola de Avidesa y la transformación de la industria heladera, estos recuerdos perdurarán en sus memorias y en las del colectivo alcireño, al menos, durante un año más.

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