«No todo es culpa de los políticos, pero...», explica Pedro, el carnicero del Mercat de la Vila, sin terminar la frase pero con una mirada que da a entender más de lo que podría hacer cualquier palabra. Obviamente se refiere a la actuación que han tenido los políticos. Y es que han pasado ocho años desde que se inaugurara el nuevo local del Mercat de la Vila. Era 2008, que cada uno saque sus propias conclusiones sobre este año, y la alcaldesa, Elena Bastidas, se mostraba muy orgullosa posando junto a Lola Ortega, otrora concejala de Servicios Públicos. Bastidas dijo que, en poco tiempo, el mercado municipal se encontraría «al completo y repleto de comerciantes y clientes». Erró sus pronósticos.
Los comerciantes destacan las dificultades que la administración local ponía a los interesados al hacerse con alguno de los puestos. Principalmente, en cuestiones económicas, ya que el precio de los alquileres era muy elevado. El desapego político con el mercado fue creciendo y a un ritmo exponencial los comerciantes abandonaron el mercado para instalar sus comercios en otros locales, cuando no en otras localidades. Hace un año, una parte de la campaña electoral del PSPV-PSOE supo poner el ojo en aquel descontento. Isabel Aguilar, por entonces candidata a alcaldesa, visitó a los dueños de los puestos del mercado, a los que les hizo una promesa: «Esta situación agónica para estos comerciantes va a cambiar una vez que los socialistas tengamos la potestad de gobernar». Hasta ahora no se ha cumplido.
Pero, como explica Juani, «todos los políticos mostraban interés, pero al final se sacaban la foto y poco más; que se olviden de nuestro voto al igual que se han olvidado de nosotros». Al final, lo que ha ocurrido con el mercado se refleja en estas palabras de la propia carnicera: «entre todos lo mataron y él solo se murió».
