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«Es necesario dignificar el uso social del valenciano»

«Es necesario dignificar el uso social del valenciano»

Levante-EMV, dentro de la undécima campaña «Llegir en valencià» que impulsa la Fundació Bromera, distribuye con el ejemplar de hoy su cuento «El catxerulo d'Andreu», inspirado en la canción «La tarara», cuya trama se desarrolla en su localidad natal.

Participa en la 11.ª edición de la campaña «Llegir en valencià» impulsada por la Fundació Bromera. Según su criterio, estas iniciativas ¿contribuyen realmente a ganar lectores de libros en valenciano?

Atendiendo a los resultados, no, porque el número de lectores en valenciano no crece. Pero, al menos en las campañas de Bromera hay una voluntad manifiesta de que eso mejore. La intención es buena, los productos han sido de mucha calidad a lo largo de estas once temporadas, la promoción también es correcta, pero probablemente no es suficiente para lograr sumar lectores, y más concretamente en valenciano.

Usted escribe exclusivamente en valenciano desde hace más de treinta años. ¿No ha estado tentado de hacerlo en castellano?

«L'Últim roder» (Bromera, 1986) se tradujo al gallego, es curioso porque no está traducido al castellano, pero sí al gallego. También «El manuscrit de mossèn Gerra» (Bromera, 1993) sí está traducido al castellano, así como una adaptación que realicé de «Tirant lo blanc» (Bromera, 1990) se tradujo al italiano. Pero, en principio no he tenido ninguna tentación de escribir en castellano, ni tampoco me ha tentado ninguna editorial. No me lo he planteado nunca, pero si se diera el caso, no me importaría hacerlo de manera puntual.

En los últimos años ha habido una eclosión de editoriales en valenciano, ¿cree que es un indicador de que el sector está vivo?

Últimamente han nacido nuevas editoriales, modestas, en Sueca, Carcaixent, Algemesí, Benicarló?. Sinceramente, no me considero capacitado para afirmar o negar que este fenómeno es beneficioso para nuestras letras. Muchas veces se publican textos absolutamente prescindibles, y eso hace que otros textos que pueden resultar interesantes, pasen más desapercibidos. La actividad en el sector es positiva, pero no necesariamente el hecho de que aparezcan muchas editoriales modestas ha de ser beneficioso para la literatura en valenciano. Obviamente, a mayor oferta, mayor libertad tiene el lector para elegir. Y cuando me refiero al lector, lo digo en sentido literal, porque en valenciano me parece que hay uno únicamente. Mucha oferta para ese lector.

La vertiginosa evolución de las nuevas tecnologías ¿acabará con los libros de papel?

Es posible que en un futuro así sea. Las sociedades cambian y el libro tampoco es un producto que haya existido desde siempre. Existe desde que Gutenberg inventó la imprenta, su historia comienza en un momento determinado, por lo tanto, ¿por qué no podría terminar en otro momento? Personalmente, es una idea que me disgusta, porque el contacto físico con el libro, abrirlo, poder leerlo donde quieras, conservarlo y releerlo en otra ocasión, es absolutamente diferente al contacto con una pantalla. Es como realizar una entrevista a un presidente de gobierno en persona o a través de una pantalla. Siempre da más juego la realidad física.

¿Cómo ve el momento actual de la lengua propia en la calle, la empresa, el comercio?

Cuando hace un año se produjeron los cambios políticos en el gobierno de la Generalitat Valenciana y en muchos municipios, incluida Valencia ciudad, fuimos muchísimas personas las que nos ilusionamos, porque pensábamos que el uso de la lengua iba a tener mayor protagonismo. No han comenzado a aplicar todavía una política de fomento del uso del valenciano en las empresas públicas y privadas. Faltan medios de comunicación en valenciano, en pleno siglo XXI no puede haber una lengua sin medios de comunicación de masas. Es imprescindible tener una televisión, una radio y medios de prensa escrita que se expresen en valenciano. La Administración tiene una gran parte de responsabilidad al permitir que hasta ahora no exista, aunque es justo otorgarles un voto de confianza.

Tras más de 30 años de la promulgación de la La Llei d'Ús i Ensenyament del Valencià (LUEV), ¿qué se ha conseguido y qué queda por hacer?

La LUEV tiene muchos aspectos mejorables, sin embargo ha conseguido que los niños y niñas aprendan en valenciano, y estudien al menos algunas asignaturas o incluso sigan una línea en valenciano como en muchos municipios de la Ribera, la Safor, la Vall d'Albaida y otras comarcas donde es la lengua natural. Eso es indiscutiblemente un paso adelante respecto a generaciones anteriores. Pero no es suficiente. Hay muchas carencias en medios de comunicación y en las administraciones. Es necesario fomentar y dignificar el uso social de la lengua.

Usted conoció en vida a su paisano Joan Fuster. ¿Se puede hablar de un antes y un después de Fuster en la literatura valenciana?

Indiscutiblemente. Lamentablemente la personalidad de Joan Fuster no ha sido suficientemente popularizada. Su obra y figura es conocida por algunas personas, estudiosos, universitarios. De él ha trascendido sobre todo la vertiente política, cuando es evidente que Joan Fuster fue un gran pensador, sobre la manera de articular la sociedad, de establecer relaciones entre la ciudadanía y las autoridades; tenía una visión muy clara sobre el papel del País Valencià en Europa, cuando aún no se hablaba de Europa. En 1962 cuando escribió «Nosaltres, els valencians», ya intentaba situar el País Valencià en Europa porque sabía de la importancia de las relaciones para el comercio. Restarle mérito limitando su aportación intelectual solo a su consideración sobre la configuración de los Països Catalans, es profundamente injusto.

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