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un histórico de la filosofía

un histórico de la filosofía

Esto parece un obituario, nada más lejos de la realidad. O en parte sí, por aquello de que la Filosofía agoniza con la LOMCE, convertida en temario soporífero sólo apto para gente adormecida y adiestrada. Podría entenderse a modo de necrológica, por eso de que todo cambio decisivo simboliza una pequeña muerte y un renacer, ya sea una separación, un viaje iniciático o, como en esta ocasión, la puesta en marcha de un nuevo ciclo. Y de eso último se trata, del tránsito de un instituto de educación secundaria a otro. No siempre se nos va a otra vida -académica, se entiende- quien otrora fuera nuestro mentor, maestro, amigo y profesor de Filosofías varias.

Los alumnos del IES Joan Fuster de Sueca de los últimos 26 años aprendimos de y con Juan Armenteros. No sólo seducidos por su Filosofía, también por la Sociología, Psicología, Antropología y Filosofía de la Ciencia, optativas que este servidor cursó para, posteriormente, formarse en el Grado en Filosofía. La pedagogía afrancesada de Armenteros ya era una revolución en los 80, en tanto que maestro atípico cuyo radical objetivo consistía en despertar la Ilustración entre sus alumnos. En su aula no hubo cabida para las mesas ni los esquemas en la pizarra, aunque sí para mil mesetas y rizomas; los manuales brillaron por su ausencia, pues los textos disponen de vida propia y embalsamarlos deviene sacrilegio; exámenes memorísticos totalmente prohibidos, transformando las temidas pruebas escritas en ceremonia creativa sin nervios ni demonios; en definitiva, su aula era y es pura revolución afectivo-cognitiva, de ahí que en cada sesión fluyesen energías, emociones, sombras, inquietudes... Educar sin vigilar ni castigar, marcando un estilo profundamente socrático que convertía la curiosidad y la duda en aliadas. En cada pregunta, una oportunidad de descubrirse. En cada respuesta, otros interrogantes. Hasta la infinitud. La incertidumbre vista como algo profundamente humano, un indicador de gran salud.

Mi estimado profesor Armenteros, apasionado admirador de F. Nietzsche, G. Deleuze, M. Foucault, S. Weil, P. Feyerabend, E. Cioran y tantos pensadores irreverentes, malditos, marginales, ácidos, tan ausentes en los temarios ortodoxos de Bachillerato. Por él leí autores como A. Escohotado, R. Laing, T. Szasz, P. Watzlawick, G. Bateson, M. L. von Franz o Alejandro Jodorowsky. Algo insólito porque, desde in illo tempore, el Estado encorseta los contenidos académicos intentando adiestrar a los estudiantes, convirtiéndolos mayoritariamente en masa sumisa y acrítica. Tanto me marcaron estos autores y las infinitas efervescencias existenciales de cada clase, que decidí convertirme en profesor de filosofía. Y aquí estoy, añorando una época que marcó toda mi trayectoria vital, de la que me siento inmensamente satisfecho y deudor.

Soy consciente de mi suerte, al igual que otros muchos supongo, por coincidir en un aula con Juan Armenteros. Un tiempo de libertad, entre iguales, de juegos de suma cero, en el que aprender, divertirse y trabajar nunca parecieron reñidos. Difícil combinación, arte sólo posible cuando uno siente pasión por su labor y desprecia la tiranía impositiva de lo normativo y lo políticamente correcto.

¡Qué tiempo tan feliz, amigo Juan! Sueca y muchas generaciones de alumnas y alumnos del IES Joan Fuster echaremos en falta tus discursos poéticos, creativos, marcados de psicología transpersonal, inspirados en esa filosofía de la sospecha que tan bien conoces. ¡Suerte en tu nueva senda! Para mí siempre serás Juan Armenteros, un histórico de la filosofía sentida como una forma de resistencia.

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