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La salinidad del agua del Magro daña cultivos de caqui en el Marquesat

Los regantes intentan reducir el alto nivel de cloruro a través de la mezcla con caudales del canal Júcar-Turia y con un abono específico

Adam muestra las hojas quemadas de los caquis. ximo ferrer

Los campos de caquis del Marquesat que riegan del Magro están sufriendo de nuevo este año los efectos de los elevados niveles de salinidad del agua. Si bien la imagen que presenta la mayoría de los árboles no está tan deteriorada como en años anteriores, los índices de cloruro en el agua se han disparado hasta cuadriplicar los niveles óptimos para el cultivo de esta variedad, lo que obliga a los regantes a ingeniárselas para reducir este alto indicativo comprando agua más cara y de mejor calidad del canal Xúquer-Túria o utilizando abonos exentos de cloruro y reforzados con cal que son mucho más caros que los habituales. Pese a ello, los registros se siguen alejando de los que se consideran apropiados.

En concreto, los niveles ascienden en el último análisis realizado en la balsa de la Comunitat de Regants Séquia Aledua-Mare de Llombai el pasado mes de julio a 484 miligramos de cloruro por litro de agua, lo que supone multiplicar por cuatro el valor más elevado que se considera aceptable, que abarca un intervalo de entre 100 y 130 mg/l. Este registro, uno de los más altos que nunca se han visto en la zona, se ha agravado con la falta de lluvias de los últimos meses, señalando los indicadores en mayo niveles de cloruro alrededor de los 364 miligramos. Este exceso de sal afecta directamente a las plantaciones, pues tras proceder al riego y evaporarse el agua la sal se queda en el suelo, las raíces acaban absorbiéndola y acumulándola en las hojas, que terminan quemadas. El fruto también se ve afectado por esta superabundancia de cloruro, pues los árboles damnificados generan una producción de menor calibre y de peor calidad y vida para el comercio. En cuanto a las plantas, también se ven perjudicadas al no alcanzar el tamaño que deberían.

Sin lluvia no se lava el terreno

Según explica el presidente de la Séquia Aledua-Mare de Llombai, Vicent Adam, «la sal se queda en los terrenos y como no llueve tampoco se produce el lavado del suelo». Por eso, utilizan alternativas para intentar contrarrestar los niveles de cloruro como, por ejemplo, regar con agua del canal Xúquer-Túria. «Alternamos agua del canal, que nos llega de mejor calidad, con la que transporta el Magro para dar un respiro a los terrenos y que no reciban siempre el agua del río, que sí que llega con unos valores altos de cloruro», explica Adam. Pese a ello, los regantes se ven obligados a realizar otras acciones para contrarrestar los niveles de salinidad como utilizar abonos exentos de cloruro, lo que resulta más caro. «Tenemos que esforzarnos por partida doble para optimizar el agua que llega a los campos. Y es una pena, porque el agua que sale de Forata es de calidad, pero cuando nos llega aquí presenta un alto índice de sal», añade.

Una de las hipótesis que barajan los regantes es que la contaminación tenga lugar en el propio cauce del río, lo que significaría que el agua realiza una acción de arrastre del cloruro por el propio lecho. Es por este motivo que desde la Séquia Aledua-Mare indican que una posible solución sería conseguir que la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) autorice la concesión para coger el agua necesaria para regar del canal Xúquer-Túria en lugar de abastecerse del embalse de Forata. En este aspecto, quienes más se ven afectados por este problema son los comuneros de Alfarp y Catadau, quienes riegan a manta y padecen la acumulación de sal al secarse las parcelas. A los de Llombai, por su parte, el sistema de riego por goteo les permite que el cloruro no se acumule. Pese a ello, también se ven perjudicados notablemente.

En una línea similar a la de Adam se explica el presidente del Sindicato Central del Embalse de Forata, Paco Pardo. El arfarbino asegura que el agua del pantano «es de calidad, y más con las últimas reservas que proceden de los pozos», por lo que entiende que el proceso de contaminación del caudal «debe de tener lugar a medida que baja por el cauce». Pardo indica que los campos que se encuentran más cercanos al río presentan una imagen más degradada, pero que en líneas generales «el aspecto de las plantaciones ha mejorado respecto a años anteriores». El presidente sindical explica que eso se debe a que «este año, al contar con menos agua y poder regar menos, los árboles también se han visto afectados menos por la sal. Además, la mayor parte del agua que se ha utilizado proviene del canal, por lo que es de mayor calidad». Pese a ello, la falta de agua ha afectado negativamente al fruto, por lo que el calibre es también inferior.

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