La Festa de la Mare de Déu de la Salut demuestra, un año más, porqué fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. La perfección de sus danzas, sus altivas torres humanas y unos vecinos volcados e ilusionados llenaron las calles de Algemesí para celebrar los actos centrales de la Processoneta del Matí. Ni a unos ni a otros les importó el calor, no tan asfixiante como días anteriores, y mientras altededor de 1.300 participantes lo daban todo para que sus pasos y construcciones salieran a la perfección, los vecinos disfrutaban al son de la música tradicional.

Horas antes de que comenzaran los actos, algunas personas ya escogían sitio en la Plaça Major para no perderse un espectáculo de gran belleza plástica. El repicar de las campanas hace que la gente vaya de aquí para allá con la emoción previa. Los muixeranguers empiezan a agolparse a las puertas de la Capella de la Troballa, ajustan las fajas de sus tradicionales vestimentas y se preparan para realizar sus construcciones. A la cita no faltan autoridades locales, provinciales y autonómicas. El presidente del Consell, Ximo Puig, y el de las Corts, Enric Morera acudieron a la que es «capital del País Valencià por un día», en palabras de Puig, junto a varios consellers. La vicepresidenta de la Diputación, Maria Josep Amigó, y grupo de diputados también visitaron Algemesí en su día grande. Así como algunos alcaldes de la comarca. El PP local criticó que la llegada a destiempo de Puig «obligó a cambiar el protocolo».

Todo el mundo está listo cuando las primeras torres humanas empiezan a buscar el cielo al ritmo de dolçaines y tabalets. Dadas las órdenes, unos se suben encima de otros y, en la cima, los más pequeños ponen sus brazos en cruz y lanzan besos al aire. Los vecinos responden con aplausos. Siguen su recorrido por la calle Berca, fascinando a sus vecinos. Muchos han visto estos actos durante años, pero sus rostros se iluminan con cada figura. Al llegar frente a la basílica de Sant Jaume les espera la prueba final, ya que allí se juntan para realizar su torre más alta. Se hace el silencio entre el público, podría escucharse una pluma caer sobre la nieve. Suenan las dolçainas y las edificaciones humanas de las Muixerangues crecen de la nada. El público de la plaza deja de lado sus abanicos para aplaudir. El desfile no había hecho más que empezar.

Las notas empiezan, entonces, a distorsionarse. Ni mucho menos han perdido calidad, pero se fusionan con el clásico ruido de los Bastonets y sus planchas que chocan, siempre, de manera rítmica al son de melodías diferentes. Tras ellos, llegan los pequeños Pastorets, que realizan sus bailes entre la música y la ternura del público, palpable en el ambiente. Arquets, el Ball de la Carxofa y las Llauradores prosiguen, una a una, sus danzas ante una afluencia de público cada vez mayor. La plaza está llena y los balcones de los alrededores son palcos de lujo, con una privilegiada vista aérea de cada conjunto de danzas.

Uno de los momentos más esperados llega con la cruz y la parte más religiosa de la procesión. Tras el símbolo, llegan los Tornejants y los Volants. Señal inequívoca de que la Mare de Déu se acerca y va a dar lugar al triple intento de entrada en la basílica. La expectación alcanza cotas intangibles, es uno de esos momentos que se viven de manera intensa. Todos los bailes, las Muixerangas, cada componente de la fiesta actúa al mismo son mientras pétalos de rosa caen desde lo alto alto de la basílica y llega la magia. El calor y el cansancio se dejan ver cuando las fuerzas fallan, ya al final, y uno de los muixeranguers cae y su cabeza se encuentra con el suelo con un golpe sordo. Durante la caída su hermano también resulta herido en un brazo. La asistencia médica es inmediata y ambos son atendidos y traslados en ambulancia. Sólo un susto que no empaña el desarrollo de una fiesta que es Patrimonio de la Humanidad. De hecho, la Volta vespertina reunió, de nuevo, a centenares de participantes y miles de vecinos para poner el broche de oro a una nueva página de una conmemoración que ha pasado a la historia.