El origen de la talla románica que representa a Santa Maria de Carlet y que fue hallada en una casa del municipio carletino en 1961 sigue siendo una incógnita. Sin embargo, un libro que recientemente ha salido a la luz y que cuenta el descubrimiento, el significado de la imagen en el pueblo y la analiza artísticamente con un buen número de testimonios, entre ellos de diferentes vecinos que estuvieron relacionados con la escultura, refuerza la idea de que el descubrimiento no fue más que el reencuentro con una imagen que ya era venerada en Carlet un siglo atrás, una talla que posiblemente trajeron al municipio los monjes del convento de Dominicos.
La hipótesis la subraya el historiador local Sergi Doménech en el ejemplar Santa Maria de Carlet editado por Miquel Àngel Fabra Ocheda, concretamente en el volumen tercero titulado Homenatge a la Maternitat. Según argumenta Doménech, «la imagen la debieron de traer los frailes al convento carletino tras su fundación en 1610 o debió de ser un donativo del Conde de Carlet, Jordi de Castellví, promotor de la construcción del monasterio en 1604», por lo que se descartaría la supuesta llegada de la imagen con los repobladores de Jaume I.
El historiador señala que dentro de la construcción religiosa que se alzó en Carlet «había una capilla dedicada a la Mare de Déu del Roser» y cita documentos del historiador y cura, Salvador Alcover, quien habla de las fiestas en honor de la Mare de Déu del Roser, por lo que la talla representaría a dicha virgen. Tras el proceso de desamortización de Mendizábal que vivió el Estado español en 1836, los bienes del convento pasaron a ser del Estado, pero una parte del patrimonio se trasladó a la antigua iglesia parroquial y otra pudo haber tenido como destino las casas de algunos vecinos devotos. Este podría haber sido el caso de la escultura de la Mare de Déu del Roser que los dominicos tenían en su capilla, pues, según recoge el libro, «esta se convertiría en una imagen peregrina que se pasaban los feligreses de casa en casa y que era conocida, especialmente en el barrio del Raval, como Virgen del Rosario o de las Niñas». De hecho, Doménech recoge una petición al ayuntamiento en 1845 de los vecinos del Raval para que «se construyera una pequeña ermita a una Mare de Déu del Roser en el portal del Tambor», permiso que el consistorio otorgó para levantar la capilla en la que la imagen debió de permanecer durante algunos años. La hipótesis baraja que la escultura la guardarían de nuevo los vecinos en sus casas durante el periodo de las guerras carlistas como medida de precaución y ya no aparecería hasta ser hallada en 1963.
El historiador carletino afirma que de lo que no hay duda es que «toda esta información revela la existencia de una Mare de Déu del Roser que recibió culto en Carlet y la relación con la talla que se conserva y se venera como Santa Maria de Carlet se hace más que evidente». Otro hecho que reafirma esta postura es que sobre el pecho de la escultura se puede apreciar el dibujo de diferentes rosas, lo que vincula todavía más la imagen con la devoción hacia la Mare de Déu del Roser. En algún momento posterior se realizarían trabajos de restauración en la talla, por lo que ahora reúne tanto rasgos medievales como de épocas posteriores. De hecho, los últimos estudios realizados deducen que la obra, catalogada por el director del archivo de religiosidad popular del Arzobispado de Valencia, Andrés de Sales Ferri, como «una talla única en todo el territorio valenciano», sería de los primeros años del gótico, en el siglo XIII, aunque posee elementos románicos.
