Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

¿QUÉ ES Y PARA QUé SIRVE UN COMISIONADO?

El siguiente escrito hay que interpretarlo como la respuesta del Ayuntamiento de Benicull, del que formo parte, al comportamiento de José Sanfeliu, actual comisionado del Hospital de la Ribera. La pregunta que encabeza el titular parece una obviedad puesto que todos saben que un «Comisionado es la persona encargada de una comisión o que recibe el encargo de hacer algo». Lo que no todos saben , entre los que me incluyo, cuáles son sus contenidos O quizá la elección de este comisionado, por su curriculum. La información y el debate abierto en la prensa sitúan en primer plano y como tema prioritario la reversión a la gestión pública del llamado Modelo Alzira.

Podría pronunciarme y estoy autorizado por mi curriculum, sobre la demanda del ciudadano referente a las prestaciones sanitarias, como se cumplen sus aspiraciones y que metodología se utiliza en la valoración de le eficiencia. En el debate sobre los modelos, desgraciadamente con frecuencia, cada uno utiliza los argumentos a su conveniencia y, lo que es peor, contaminados por ideologías políticas. Cada uno es libre de pensar como quiera pero hay que exigirle que sus planteamientos tengan una argumentación sólida y sobre todo una posibilidad real de llevarlos a la práctica. No parece que la reversión del tipo de gestión vaya a ser tan sencilla como se nos quiere hacer ver.

José Sanfeliu, tras ser nombrado comisionado hace algo más de un año, concertó con la corporación que gobierna el ayuntamiento una entrevista a la que no se puso objeción alguna. Se desarrolló con cordialidad, casi toda dentro del guión esperado, es decir, el de compromiso e interés por la salud de los ciudadanos y el control de la gestión del dinero público. Por no esperarla, una frase al final de la conversación me dejó desconcertado. La transcribo literalmente: «De ahora en adelante, lo que necesitéis del Hospital de Alzira pedírmelo a mí». En esos momentos se me ocurrió que el término «Comisionado» tenía sinónimos y otros significados al de la definición por todos conocida y previamente referida. Uno de ellos podría ser por ejemplo el de «conseguidor»; o en frase popular que ha hecho fortuna por proceder del ámbito del fútbol y que acepto que alguien puede considerar grosera, la de «puto amo».

El Ayuntamiento de Benicull tenía planteada ya desde la anterior gerencia del malogrado Manuel Marín una demanda de atención sanitaria con respecto a los pacientes en tratamiento anticoagulante que tienen que trasladarse al Hospital de Alzira, lo que supone una discriminación inaceptable con el resto de pueblos del área. Hasta el momento no había recibido más que buenas palabras. Fue ahora cuando recordando el ofrecimiento del actual comisionado acudí a su despacho como representante de la corporación para concertar una entrevista, trasladarle nuestra reivindicación y que, cuando menos se nos diera una explicación. Cuál no sería mi sorpresa cuando su amable secretaria me dijo que no me recibiría y que acudiera a la cola del mostrador de atención al paciente si tenía algo que demandar. Le respondí que se había equivocado de diagnóstico. Yo no era un enfermo y, hasta donde conozco, el Ayuntamiento de Benicull goza de buena salud. Y que si estaba allí era porque el comisionado me había invitado a ir. Paso del agravio a mi persona, que lo hay, pero no de lo que considero un insulto a la corporación y pueblo de Benicull que me ha elegido para defender sus derechos. Como previamente he referido y por mi dilatada dedicación a la medicina (45 años como profesor universitario y 40 en la asistencia) vengo observando con interés y, en ocasiones con cierto estupor, las controversias sobre el modelo sanitario de gestión privada y la puesta en marcha de la reversión de la misma. Me temo que en el debate no van a faltar discursos interesados, falsas promesas y distorsión de la verdad. Los dos actores principales en el sistema sanitario son el ciudadano que enferma y el trabajador profesional.

Al primero el único modelo que le interesa es el de la eficiencia, no tanto en lo referente a costes, como a recibir el tratamiento óptimo. Valorar la calidad asistencial no es siempre fácil porque puede hacerse desde diferentes vertientes, pero siempre hay que exigir una pedagogía que la haga fácilmente inteligible. El trabajador, pide unas condiciones que le permitan desempeñar con dignidad su tarea y, como es obvio, una seguridad en su plaza. Sobre esto último hay promesas rotundas y con frecuencia demagógicas, cuyo cumplimiento puede ponerse en duda. La consolidación automática de un puesto de trabajo puede conculcar el derecho de otros profesionales. Quizás José Sanfeliu tiene la varita mágica para conseguirlo.

Compartir el artículo

stats