Los coches que trasforman los jóvenes carcagentinos se convierten en verdaderas obras de arte. El diseño corre a cargo de cada equipo, el cual suele estar formado de entre 15 y 30 amigos. Sin embargo, para participar, el vehículo debe de contar con un motor, un chasis y ser conducido en el desfile por uno de los participantes del grupo de amigos. Una tarea difícil que en ocasiones supone dedicarle muchas horas de taller para los jóvenes, los cuales se sumergen durante gran parte del año en la confección de su carro. El coche se ha convertido en el símbolo de esta ya tradicional fiesta carcagentina y la cabalgata, junto con la prueba final, son dos de los actos más importantes del rally que, un año más, se ha vuelto a superar. v. tomàs alzira