­El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) se personó ayer en Montserrat para interesarse por el toro que vigila el desguace, que ha sido víctima de siete robos desde el verano. Según confirmó el propietario del negocio, Emilio Cerveró, un agente de esta unidad especializada de la Benemérita acudió en busca de la documentación del animal. La exclusiva publicada el domingo por Levante-EMV, ha provocado un enorme revuelo mediático. Numerosas cámaras de televisión se desplazaron ayer al pequeño municipio de la Ribera Alta para informar sobre el caso. El dueño de la parcela se sentía abrumado. Apenas le dejaron tiempo para trabajar.

La unidad medioambiental de la Guardia Civil se presentó en su parcela para conocer detalles sobre la situación, los permisos y el control veterinario del animal: «Ha venido el Seprona pidiéndome papeles de esto y de lo otro, yo les he enseñado toda la documentación, que está correcta, y ya está». El toro se encuentra suelto en la parcela, aunque alejado de la zona en la que se desenvuelven los trabajadores y clientes.

Emilio reivindica el derecho a tener el animal en su parcela al disponer de los permisos reglamentarios y rechaza cualquier posibilidad de trasladarlo fuera de allí, donde realiza una función disuasoria: «Tienen que saber que el toro no se irá, está perfectamente donde está, tranquilo, nunca ha hecho daño a nadie», reiteró ayer. El animal es cuidado como si se tratara de una mascota.

El toro deambula de manera apacible por los terrenos del desguace de Montserrat junto a una piara de cerdos. El propio Emilio reconoce que los animales se han acostumbrado a su voz, por lo que cuando pasea junto a ellos procura elevar el tono para hacerse oír y transmitir «un mensaje de calma». Durante el día, son casi unos miembros más de la plantilla, aunque por la noche es cuando empieza su particular misión, ya que el principal cometido del bóvido es vigilar los terrenos e intimidar con su presencia a los hipotéticos ladrones.

No en balde, está allí como medida disuasoria tras los numerosos robos registrados en su desguace durante los últimos meses. Emilio achaca la oleada de sustracciones a la construcción de una rotonda junto a su negocio. Según explica, la Diputación de Valencia le expropió parte de los terrenos y, tras derribar una parte de su muro exterior, delimitó su propiedad con una frágil valla metálica. Desde entonces, en varias ocasiones, los desconocidos aprovechan la endeble cerca para adentrarse a su propiedad y robar piezas para sus vehículos.

Pese a que los hurtos no han sido muy voluminosos ni han supuesto grandes pérdidas económicas para el dueño, la fragilidad de la valla instalada y el hecho de tener que repararla en varias ocasiones han provocado un gran malestar en el empresario. Además, fruto de estas incursiones en su desguace, cuatro animales murieron a casa de los atropellos, ya que escapaban a través de la destrozada verja metálica.