La orden de abstención impuesta por la gestora del PSOE para que Mariano Rajoy se proclamase de nuevo presidente del gobierno de España está provocando una inacabable y dilatada brecha en el histórico partido progresista. Si la pasada semana este periódico publicó la salida del partido de varios históricos dirigentes del PSOE a nivel ribereño, ayer fue la agrupación de Alzira la que mostró su malestar por una decisión que ha abierto en canal a las bases, que reclaman mayoritariamente que se celebre una congreso y que sea la militancia la que marque el rumbo de la histórica formación.

El PSOE de Alzira aprobó en asamblea una resolución en la que expresaron su rechazo a la abstención, al tiempo que reclamaron una convocatoria urgente de un proceso de primarias federal. Isabel Aguilar, secretaria general de los socialistas en Alzira, junto a todos los presentes en la asamblea coincidieron en criticar la manera por la que se ha apartado del cargo a Pedro Sánchez, escogido por la militancia, así como que la opinión de la misma no se haya tenido en cuenta a lo largo de este «lamentable» episodio. Otro de los acuerdos de esta asamblea fue la decisión de hacer llegar el malestar existente entre los socialistas de Alzira al presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, por su posicionamiento ante la abstención en lugar de postularse por el «no» a un gobierno del PP «como reclama la militancia socialista». Puig fue uno de los integrantes del comité federal socialista que dimitieron y forzaron la marcha de Pedro Sánchez. Fue ese giro el que permitió que una gestora dominase la formación socialista e hiciese virar la estrategia política marcada hasta ese momento.

La secretaría general de los socialistas en Alzira, Isabel Aguilar, llegó a pedir perdón a los militantes por las decisiones de su partido a nivel estatal y lamentó que el PSOE apoye un gobierno del PP, «el partido que ha llevado a cabo las políticas más antisociales de la historia de nuestro país». Por último, señaló que todos los asistentes a la asamblea también coincidieron en calificar de «estafa y traición» a los afiliados y simpatizantes, además de una pérdida de credibilidad, el posicionamiento del partido socialista.