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Los naranjos florecen a destiempo por la lluvia en el valle de la Murta

Árboles descuidados o abandonados lucen brotes blancos de azahar al absorber el agua y tratar de reproducirse para garantizar su supervivencia - El aroma de mayo se aprecia en noviembre

Las flores no son sólo para la primavera, el otoño también se ha convertido en una época del año en la que la vista puede deleitarse con su presencia. La prueba está en el corazón del valle de la Murta. En mitad del paraje alcireño, algunos naranjos florecen a destiempo. El motivo, según aclara el vicepresidente segundo de AVA, Bernardo Ferrer, no es otro que la supervivencia. Los árboles, en campos semiabandonados, se aprovechan de las recientes precipitaciones para poner en marcha su mecanismo de reproducción y así intentar sobrevivir.

La imagen es, cuando menos, inusual y llamativa. Una parcela de naranjos, de la variedad Valencia, luce sus flores como si en vez de noviembre fuera primavera. Este hecho se produce debido a una sencilla causa: «Se trata de árboles que han ido abandonándose en los últimos años, que no reciben los cuidados imprescindibles y, por tanto, el único riego que reciben proviene de las precipitaciones». Las últimas lluvias han permitido que estos naranjos absorban hasta la más pequeña gota de agua para desarrollar la flor, reproducirse y tratar de sobrevivir», explica Ferrer.

Por tanto, son árboles que aunque están destinados a morir, sobre todo teniendo en cuenta el déficit hídrico que padece la comarca, luchan para asegurar que puedan vivir un año más. En este sentido, el propio Ferrer apunta a que cada vez «será más habitual que cuando un ciudadano se pasee por el paraje natural de la Murta note el característico aroma del azahar en noviembre o diciembre en vez de en mayo».

Aunque pueda parecer un hecho anecdótico, el problema es mucho más profundo. «Hay un pequeño drama agrario detrás de este asunto, ya que esta situación parte de cuando la rentabilidad de los cítricos empezó a caer, los agricultores tenían unos costes de mantenimiento que no podían soportar, sobre todo en materia de riego, por lo que tuvieron que dejar perder esos terrenos; además contaban con el inconveniente que supone no poder quemar la leña por la proximidad del paraje natural».

Esta anomalía, lejos de suponer un atractivo, revela lo que Ferrer califica como una falta de atención por parte de las administraciones: «Los agricultores de la Murta no figuran en la agenda política, lo que no puede ser es que todo sean mensajes de poner de relevancia el paraje natural y a la vez se deje morir una parte importante como es la de los campos agrarios, que también forman parte del mismo». En ese sentido, el vicepresidente segundo de AVA reclama al consistorio una serie de iniciativas para que los naranjos recuperen sus ciclos habituales: «El ayuntamiento debería ponerse manos a la obra, ser conscientes de que es una zona donde cuesta producir y cualquier ayuda como la reducción del IBI rústico o colaborar en el desbroce de la leña sería de ayuda».

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