La Ribera es una tierra conocida por su fruta, los cítricos y los caquis son dos símbolos a lo largo y ancho de la comarca. Lo que seguramente sea algo más insólito son las plantaciones de kiwis. El agricultor Paco Peiró cosecha esta exótica fruta en su campo de Rafelguaraf, justo al lado de los tomates que le valieron alzarse con el premio al Mejor Tomate Valenciano este mismo año. Dada la rareza que supone contar con plantas de este tipo, ha compartido sus conocimientos con los escolares del colegio Blasco Ibáñez. Unos 180 alumnos se desplazaron a su parcela para comprobar de primera mano cómo son los kiwis y cómo se cultivan.
«Los niños saben que por la zona hay mucha naranja, que también hay caqui, pero desconocían que tan cerca de casa tenían un campo en el que se producen kiwis, por eso pensamos que era buena idea traerlos para conocer mejor la fruta e inculcarles hábitos saludables y la importancia de incluirla en sus dietas», explica Peiró. Este agricultor, junto a su hermano Gonzalo, son dueños de la empresa Naranjamania y venden sus productos a través de su página web, entre ellos los kiwis, declarándose precursores de ello en la comarca: «Ya hace unos cuatro años que cultivamos kiwis, vimos en unos campos de Picassent que era una fruta de la que se puede sacar rendimiento y estoy seguro de que somos pioneros en la comarca, empezamos la campaña el 15 de septiembre y seguimos todavía recogiendo la cosecha», relata.
Desde las 9,30 de la mañana, varios grupos de alumnos del colegio Blasco Ibáñez de Rafelguaraf visitan las instalaciones y empiezan en uno de los terrenos con árboles más jóvenes. Con apenas un año de edad, las plantas son todavía endebles y no producen frutos, pero así los escolares pueden ver las diferentes fases de desarrollo. Los niños de 3 o 4 años interactúan sobre todo con la vista y el tacto, asimilan conceptos básicos sobre colores, partes de las plantas y demás cosas sencillas. Se les explica que el kiwi es verde, aunque su piel es marrón, o que la flor que lo produce es blanca.
Cada cuarenta y cinco minutos, un grupo se va y llega otro en autobús, cada vez con alumnos más mayores. Los de edad más avanzada no se contentan con interactuar con los kiwis, que también, sino que demuestran la curiosidad característica de los niños. «¿Por qué tienen pelos los kiwis?, ¿Para qué sirven los tubos del suelo?, ¿Por qué hay hilos colgando? y un largo etcétera de cuestiones que, en ese momento, los pequeños consideran de vital importancia. Así pues, se les explica en qué consiste el sistema de riego por goteo, cómo los ejemplares necesitan de apoyos donde relajar sus ramas y crecer ya que es una planta trepadora o la necesidad de cubrir la plantación con varias telas para protegerla del excesivo sol y el fuerte viento.
Esta es sólo la primera parte de esta actividad, ya que la idea de estos agricultores era también dar a conocer las posibilidades que tiene el kiwi para la elaboración de productos como mermeladas y otros derivados con la ayuda de Vicente Moya, que trabaja con los hermanos Peiró en esta labor. Aunque eso tendrá que ser más adelante, ya que se vieron abrumados por la gran participación de alumnos.
Aprendizaje vivencial
La iniciativa ha contado con el apoyo institucional, ya que el ayuntamiento pagó el autobús que realizaba el trayecto entre el centro escolar y el huerto. La concejala de Educación, Esther Navarro, acompañó a los alumnos y constató la importancia de esta actividad: «Aquí pueden ver cosas que están estudiando en los libros pero que las páginas no les pueden aportar, es un aprendizaje vivencial, refuerzan los conocimientos porque pueden ver y tocar eso que les enseñan los libros, además de estar en contacto con la naturaleza», explicó la edil.
