El ataque canino implica de manera inexorable que la situación laboral y económica de Antón García pende ahora de un hilo. Los animales que cuida tienen como destino la industria cárnica aunque tras lo ocurrido su futuro pinta turbio: «Habitualmente la mitad de las ovejas está a punto de parir y la otra mitad inicia el periodo de gestación; de esta manera se garantiza que siempre haya ganado, pero ahora eso ya no podrá ser así y me será imposible venderlas», afirma Antón. El propio pastor reconoce que no sabe cómo afrontar la situación: «Jamás me había pasado una cosa así, es la primera vez que sufrimos un ataque de este tipo y ahora no sé si tendré que dejar este negocio», afirma con profunda tristeza. Igualmente, hace cálculos económicos a la hora de evaluar los daños: «Aproximadamente una oveja embarazada vale en el mercado unos 150 euros, se han muerto 218, es una cantidad enorme», afirma sin ni siquiera hacer la multiplicación, que da un resultado de 32.700 euros. Una cifra que, según admite tras la visita del perito de su compañía aseguradora, apenas logrará recuperar, «como mucho una tercera parte». Desolado, lo último que atina a decir es: «No sé si me podré levantar de un golpe tan duro, he perdido cinco años de trabajo». r. s.
