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Una jauría de perros mata 218 ovejas preñadas en una granja de Montserrat

Los canes entraron por la noche tras escarbar la tierra por debajo de una valla - La mayoría perecieron aprisionadas al huir en estampida - Las pérdidas alcanzan los 30.000 euros ya que cada ejemplar valía 150 euros

El ataque de una jauría de perros abandonados ha provocado la muerte de 218 ovejas que se encontraban en un avanzado estado de gestación, casi la mitad de las que criaban en una granja de Montserrat. La arremetida tuvo lugar durante la madrugada del jueves. Los canes se introdujeron por debajo de una valla y al marcharse dejaron un panorama desolador. La mitad del rebaño había perecido. Decenas de ellas perdieron la vida al ser estranguladas a dentelladas y el resto, la gran mayoría, como consecuencia de la avalancha provocada por los propios animales domésticos para huir al sentirse atacados. El pastor y propietario de la manada, Antón García, asegura haber sufrido pérdidas económicas que superan los 30.000 euros.

Como cada día, bastante temprano, Antón se dirigió a la granja donde sus ovejas dormían, a priori, a buen recaudo y protegidas. Era un jueves, como otro cualquiera, a las 07,30, cuando la normalidad quedó truncada. Al llegar al recinto vallado, comprobó que más de dos centenares de ovejas embarazadas yacían en unas condiciones deplorables.

«Cuando llegué no daba crédito a lo que veía, todas las ovejas estaban muertas en el suelo, me las encontré reventadas», relata compungido por la terrible escena que presenció. Antón no duda sobre el motivo que ha provocado la matanza ovina: «Han sido los perros abandonados, estoy segurísimo; mucha gente los deja desamparados y no son conscientes de que cuando eso pasa se vuelven salvajes y, en ese estado, son como lobos por lo que acaban atacando al ganado», afirma Antón.

Tras contemplar la desoladora imagen y terminar asumiendo que aquello era irremediablemente real, una rápida inspección visual determinó el lugar por el que se produjo la internada: «Me di cuenta de que en la parte de atrás había varias zonas que habían sido escarbadas por debajo de la valla, por lo que hurgaron en la tierra, se colaron y después de atacar a las ovejas huyeron, antes de que yo llegara», explica el pastor de Montserrat.

No obstante, ni todas perecieron de manera directa por el ataque de los animales salvajes, ni murió la manada completa. En ese recinto se encontraban únicamente las ovejas que estaban en un periodo de gestación más avanzado. Se encontraban a punto de parir. En total la granja cuenta con unas 500. «Lo cierto es que una parte de las que murieron no tiene marcas de zarpas ni mordeduras, simplemente correrían, huyendo asustadas por los atacantes, y eso provocaría una pequeña estampida que terminó con las ovejas estrujadas contra la puerta».

Los ataques de perros salvajes o de lobos son un problema bastante habitual para los ganaderos. Son varios los casos que se producen a lo largo del año. Grupos de no más de diez canes asaltan por la noche las granjas principalmente para saciar su apetito. Estos ataques se saldan con pocos ejemplares ovinos muertos, normalmente un par de decenas a lo sumo. Los pastores pueden asumir ese número de muertes, pero hacer frente a la pérdida de más de dos centenas a la vez es muchísimo más complicado.

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