Si bien las cantidades de cloruro que arrastran son totalmente diferentes, el río Magro también sufre la salinidad de sus aguas. De hecho, el exceso de sal dañó este verano los cultivos de caqui en el Marquesat al dispararse los índices hasta cuadruplicar los niveles. No obstante, para paliar los efectos negativos, los regantes se vieron obligados a comprar más agua del canal Xúquer-Túria y utilizar abonos específicos exentos de cloruro que resultan más caros que los habituales, además de estirar los turnos de riego. En aquella ocasión, la CHJ atribuyó la salinidad a la sequía y a la composición del terreno, rico en cloruro, que contamina las aguas de forma natural, al igual como sucede en el río Sellent. v. tomàs alzira