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La economía sumergida domina los alquileres turísticos de Cullera

El sector inmobiliario tacha la situación de «sangrante» al verse superado por los particulares y porteros de apartamentos que ofertan viviendas sin cumplir con la legalidad - Para este verano se espera que la ocupación pueda alcanzar el 100 %

La economía sumergida domina los alquileres turísticos de Cullera

Los hay que dicen, en un tono entre jocoso y optimista, que «Hacienda somos todos». La inmensa mayoría de la población cumple de manera religiosa con sus tributos al Estado, aunque existen ciertas personas que, bien por picaresca o bien porque consideran que su decisión no afecta a nadie, prefieren prescindir de sus obligaciones. En Cullera, durante los últimos años, este tipo de ciudadanos ha proliferado hasta el punto de hacer tambalear a todo un sector: el inmobiliario. En la actualidad, el número de alquileres irregulares, o en negro, supera al que realizan las agencias, según apuntan expertos en la materia. La situación «es sangrante» señalan, mientras esperan como un ferviente deseo el anunciado incremento de inspecciones que tendrá lugar este verano.

El turismo es un gran invento, que decía aquella película protagonizada por Paco Martínez Soria en el año 1968. Fuente de negocio y creación de empleo en la comarca, durante la época estival el sector turístico concentra gran parte de su actividad en Cullera. La localidad ribereña multiplica por diez su población en los meses de verano y dicha circunstancia ha desembocado en la creación de un enorme mercado a su alrededor. Vivienda, gastronomía y otros servicios tratan de ganarse el favor del visitante que quiere pasar sus vacaciones en la playa.

Hace tiempo surgió una figura que emergió de la nada buscando hacerse con una porción del pastel económico: el portero-agente inmobiliario. La práctica es bien sencilla, el propietario cede las llaves al conserje de turno para que busque un cliente y, por el servicio prestado, se queda una comisión del 10 %. Esta figura aislada ha crecido en los últimos años y goza, en la actualidad, de importantes carteras de clientes fijos que rivalizan con los de las agencias inmobiliarias. Incluso llegan a superar las transacciones de éstas. La única y nimia diferencia entre unos y otros es que los primeros no rinden cuentas a Hacienda.

«Un apartamento en Cullera, en primera o segunda línea, con unos tres dormitorios cuesta unos 5.000 euros por los dos meses, julio y agosto, explica un agente inmobiliario. Si el portero se lleva unos 500 como comisión, los otros 4.500 se los queda el propietario, pero de por medio no ha habido ninguna factura, ningún impuesto, ni ninguna retención fiscal, ganancia cien por cien neta». A eso habría que sumarle otro tipo de servicios: «Habitualmente, las mujeres de los porteros se encargan de la limpieza de los inmuebles, de nuevo sin facturación y restando trabajo a las empresas».

Competencia imposible

Paralelamente, otro de los métodos de alquiler que ha ganado pujanza en los últimos años es el de los particulares: «Uno tiene una propiedad, lícitamente intenta sacarle un beneficio, pero la anuncia por Internet, sin siquiera acudir al registro de viviendas turísticas y, otra vez más, realiza una transacción que no tiene su repercusión en las arcas públicas», afirma el experto, que añade: «En ambos casos hablamos de servicios que se ofrecen sin la menor garantía de calidad para el consumidor y, en ocasiones, de manera incompleta ya que algunos carecen de ciertos electrodomésticos o no cumplen con la normativa con respecto al tamaño de las habitaciones; la diferencia es que los porteros lo realizan como una actividad empresarial y manejan un gran volumen de viviendas».

El número de visitantes ha aumentado en los dos últimos años, pero los precios se han mantenido estables. Con todo, los expertos señalan que, pese a las previsiones de un 100 % de ocupación para este verano, lo tendrán complicado: «Prima el concepto de vacaciones 'low cost' y contamos con esta terrible competencia desleal que apenas nos deja margen de maniobra porque nosotros sí rendimos cuentas a Hacienda».

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