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Agricultura

El campo busca solución a las hojas del caqui que taponan las acequias

Ayuntamientos y consejos agrarios recomiendan instalar mallas en las parcelas o plantar cultivos que ayuden a retener la hojarasca - Los agricultores siguen sin encontrar un remedio satisfactorio

El campo busca solución a las hojas del caqui que taponan las acequias

El cultivo del caqui ha crecido de manera exponencial en la comarca durante los últimos años. La devaluación de la naranja ha provocado que los agricultores hayan visto en esta fruta un salvavidas para el sector frente a la complicada situación de los cítricos. La expansión de los campos de caqui por la Ribera ha traído de la mano un inconveniente que, conforme aumenta la superficie de las plantaciones, se vuelve cada vez más grave: las hojas. El arrastre del viento provoca serios problemas al obstruir las canalizaciones del agua, bien en las acequias de riego o en las de desagüe.

Como todo árbol de hoja perenne, el caqui pierde el follaje en la época invernal. Esta sencillo proceso natural ha puesto en jaque al sector agrario ya que añade problemas a los propios agricultores al obturar los canales de riego. Las hojas de los caquis tienen una serie de características, como su elevada impermeabilidad y la dificultad que presentan a la hora de biodegradarse. En estas circunstancias, cuando el viento las arrastra, terminan en muchas ocasiones en las acequias colindantes generando taponamientos y atascos.

Otro de los inconvenientes que también ha llegado a provocar la hojarasca en algunas plantaciones de la comarca tiene que ver con las vallas que delimitan los campos, donde se han llegado a acumular las hojas, formando una especie de película que frena la circulación del aire. Este amontonamiento ha causado desperfectos en los propios cercados, ya que ceden ante la presión que ejerce el viento y terminan derrumbándose.

Cada municipio, ya sea mediante ordenanzas rurales o a través de los consejos agrarios, ha emitido sus propias recomendaciones a los agricultores que cultivan caquis. La más común pasa por colocar una serie de mallas en los lindes de la parcela que retienen la hojarasca que arrastra el viento y permiten a los propietarios retirar las hojas. Con todo, los propios expertos del sector apuntan a que es una solución que no solventa del todo el problema, ya que la extensión de los campos es inmensa y, aunque dichas mallas se suelen ubicar de cara al viento de poniente, cuando sopla en otras direcciones el problema persiste en grandes superficies.

Otra de las recomendaciones por la que optan los ayuntamientos es la de instar a los agricultores a plantar otros cultivos o dejar crecer la mala hierba para que retengan las hojas caídas. Con el cultivo de habas, edro o alcachofas, lo que se pretende, a su vez, es crear una especie de valla vegetal que impida al follaje esparcirse por otros terrenos y alcanzar las acequias o incluso los barrancos cercanos, evitando así las obstrucciones.

Triturar las hojas es otra de las opciones que aconsejan los municipios. Hay agricultores que optan, directamente, por quemarlas, aunque los propios expertos del sector apuntan que se trata de algo inviable, ya que multiplicaría los problemas de humo que se generan por la quema de la paja del arroz. Es un problema, por tanto, que se afronta desde diferentes perspectivas, pero todavía no existe ninguna solución que funcione de manera absoluta y evite el malestar del sector.

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