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Novedades del callejero

La maestra Josefina Fernández y la profesora María Plasencia compartirán ahora el nombre de la desaparecida avenida Vicente Vidal

Novedades del callejero Archivo a. rovira

En mi opinión, cambiar el nombre de calles de Alzira, con todo respeto, es «marear la perdiz». Los primeros desorientados serán los probos funcionarios de Correos y, si mucho me apuran, los que tengan impresos con las direcciones de sus domicilios. Y, ¿que pasará con el GPS? Esto viene ocurriendo cada vez que hay un cambio de gobierno. Me pregunto si en vez de insertar nombres, las calles podrían ser numeradas. Así nadie tendría problemas. Ese modelo hace siglos que se aplica en muchas ciudades. La más grande de las es Nueva York. Ya saben: la quinta avenida, sexta, etc.

Los nombres que la Comisión de Toponimia del Ayuntamiento de Alzira, ha elegido corresponden a personajes de los cuales muchos alcireños no tienen conocimiento. En la medida de lo posible, vamos a intentar en distintas entregas ponerles al día de quienes fueron para que, cuando se instalen «les rajoletes» que van a rotular las calles puedan saber algo de las nuevas personalidades que han entrado a formar parte del callejero alcireño.

Josefina Fernández Sempere

Dedicó su vida a la enseñanza. Especialista en párvulos, vio desfilar ante ella por la vieja escuela de la calle Chulvi, en la barriada de la Vila a muchísimos niños de entre cuatro y cinco años que nunca podrán olvidarla. Por su escuela pasaron tres generaciones y, en ocasiones, la matrícula llegó a los 67 alumnos. Todos ellos salían de su clase sabiendo leer y escribir.

Nació en Alzira, en la barriada de Caputxins, pasando por las escuelas de las Hermanas de la Caridad en el Hospital de Santa Lucía; después por el colegio de las MM Escolapias y el bachiller lo cursó en el Instituto de Enseñanza Media que se instaló en 1933 en las antiguas Escuelas Pías y después en Casa Bolea, en la plaza de la Constitución. Terminó magisterio y participó en la enseñanza en la Academia Bialcanet. Después opositaría y ocupó plaza de maestra en La Hoz, en Albacete, Xeresa, y en Alzira en la calle Chulvi y en el Grupo Escolar Julio Tena.

A doña Fina Fernández, que alcanzó la jubilación el 27 de noviembre de 1980 le fue otorgada, con motivo del Día del Maestro, la recompensa del Lazo de la Orden de Alfonso X El Sabio, que poco después ofrecería a la Virgen de Lluch. Escribió, entre otras obras, «Trilogía a San Bernardo, Gracia y María», un relato concebido para ser interpretado por niños; «Los monumentos de Alzira»; «Apuntes de la iglesia de Santa Catalina» y «Las Partidas de Alzira».

Doña Fina, una alcireña que ha dejado una estela luminosa en el mundo de la docencia en Alzira.

María Plasencia Pelufo

Profesora que comparte con Fina Fernández, la avenida que desaparece, dedicada hasta ahora a Vicente Vidal.

María Plasencia fue una de las privilegiadas jóvenes alcireñas que cursó la carreras de letras. Fue su padre, Carlos Plasencia, veterinario alcireño, el que la animó a cursar Filosofía y Letras, siendo probablemente la primera mujer universitaria de la época. Al finalizar la más incivil de las guerras, en 1941, ya como licenciada, se incorporó como profesora al colegio calasancio, las Escuelas Pías. Todavía existen alumnos de aquellas aulas, como el exalcalde Francisco Blasco, que recuerda con precisión a aquella bellísima joven de la que recibía clases en sus años de adolescencia.

Fue la primera presidenta de la junta de señoras de la Asamblea Local de Cruz Roja, de la cual fue alma inseparable junto a su esposo, el recordado y querido doctor Miguel Rodríguez de Arellano, que fue presidente local de esa institución solidaria.

María Plasencia fue galardonada con el título de «Alcireña del Año», otorgado por la emisora Radio Alzira en 1976, en el apartado «Promoción de la mujer».

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