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«Necesitamos una RTVV de calidad que no cometa los errores del pasado»

«Periodistas y ciudadanos hemos sufrido una gran saturación de días históricos»

«Necesitamos una RTVV de calidad que no cometa los errores del pasado»

El periodista de Alberic José Luis Sastre, hoy afincado en Benifaió, empezó su andadura en el periodismo a los 16 años. Combinó sus estudios con sus primeras locuciones en Alzira Radio. También pasó por la redacción de Levante EMV en Alzira hasta recalar en la Cadena SER, donde fue editor de informativos en Radio Barcelona, se dejó oir junto a Àngels Barceló en el mítico «Hora 25» y coordinó otros informativos de referencia. Se ha movido durante años por los pasillos del Congreso de los Diputados como cronista parlamentario, labor que le ha permitido adquirir una visión privilegiada de la actual situación política y del periodismo.

¿Cómo es el día a día de un cronista parlamentario?

Tu agenda y horarios van muy pegados a la agenda parlamentaria. Los días que no hay sesión plenaria, siempre hay comisiones. El Congreso es una máquina que no para. Hemos vivido un momento en el que la política se ha convertido en una especie de plató televisivo y, aunque no haya habido actividad parlamentaria estricta, siempre se ha dado espectáculo político. La pasada legislatura se convirtió en eso, dado que fue una legislatura frustrada y televisada; siempre había cosas de las que informar. La pregunta es cómo contarlas. Y he llegado a la conclusión de que la mejor manera es aplicar una buena dosis de ironía.

¿La pretendida nueva política ha logrado cambiar alguna cosa respecto a la de antes?

Han cambiado las formas, sobre todo las comunicativas pero, según pasa el tiempo, aquellos que defendían la nueva política han acabado asumiendo prácticas de la vieja política. Supieron situar un nuevo discurso basado en la necesidad de cambiar algo, introducir formas de comunicación más directas y conectar con gente que estaba más desvinculada de la clase política.

Hable de la situación entre viejos y nuevos partidos.

Los viejos partidos han tenido que cambiar muy rápido sus formas. Están reajustándose al nuevo modelo, mientras que los nuevos están instalándose en la vida parlamentaria y han comprobado las diferencias que hay entre las reivindicaciones que se hacen desde la calle y las fórmulas que han de aplicarse al alcanzar las instituciones, que exigen otros modos y tiempos. Están todos resituándose en el nuevo escenario.

¿Y cómo ha visto la tensión provocada por la corrupción, las disputas internas de los partidos o la dificultad de llegar a acuerdos en el Congreso?

Profesionalmente he tenido que acostumbrarme a vivir en una situación de continua excepcionalidad. Llegó un momento en el que todos los días había que hacer programas especiales sobre la actividad en el Congreso. Los periodistas y los ciudadanos hemos sufrido una auténtica saturación de días históricos. Daba la impresión de que asistíamos a un cambio de sistema. Hubo días en los que no llegabas a ver ninguna imagen de lo sucedido porque estabas allí dentro y desconocías qué perspectiva se daba de eso.

En realidad, ¿cómo son los políticos en la intimidad?

Tratas de mantener una relación estrictamente profesional con ellos. Es interesante el contraste que se da entre la imagen pública y la privada; hay políticos a los que no llegas a descubrir su parte más humana dado que, en el trato personal, son más distantes. Otros, en cambio, tienen una imagen pública más próxima.

¿De qué manera se afrontan desde el Congreso los últimos cambios en política internacional como la victoria de Trump o el Brexit?

En los medios estamos a la expectativa. Tenemos que reflexionar sobre si estamos sabiendo explicar de forma correcta los movimientos del tablero político porque es cierto que se ha producido cierta desconexión entre aquello que explicamos los medios y la realidad. Quizás tendríamos que centrarnos más en la información política que en la partidista, poner el foco en la actividad de las instituciones y no en las disputas entre partidos. No toda la agenda pública es agenda política.

Y respecto al mundo del periodismo, ¿cree que los medios de comunicación en España están politizados?

Es un momento difícil para el periodismo, en el que hay mucha precariedad en el sector y muchos intereses, pero el problema no es nuevo ni de nadie en particular sino de muchas procedencias. Sin embargo, y pese a las dificultades, aún hay muy buenos profesionales y ciudadanos que compran y demandan periodismo porque saben que aún se sigue haciendo.

¿Qué ha de cambiar en el periodismo?

Se ha de resituar para captar bien aquello que pasa en la sociedad, ya que se ha demostrado que a veces no lo conseguimos. Es más necesario que nunca y así lo percibe la sociedad. El riesgo es dejar en un segundo plano la búsqueda de historias necesarias.

Hay cierta pérdida de confianza en los periodistas.

Hay desconfianza en general en todos los medios de comunicación, pero ese es nuestro gran reto. La aparición de nuevos medios demuestra que hay gente que continúa apostando y reivindicando más y mejor periodismo.

¿Piensa que acabará el boom político televisado?

Ahora ya se ha deshinchado un poco. Se ha investido un Gobierno y, por tanto, baja la expectativa. La prueba está en las audiencias televisivas; hemos pasado de un gran consumo de programas televisivos de información, debate o entretenimiento político a un momento en el que esta práctica se está reconfigurando.

En el ámbito radiofónico, ¿cómo ha cambiado el sector con la introducción de las técnicas digitales?

La radio se está adaptando a las nuevas tecnologías; hay más consumo en podcast, la radio a la carta. Pero, en general, este medio continúa teniendo muy buena salud y está haciendo ahora el esfuerzo de rejuvenecer sus oyentes.

Y por último, ¿cómo ve la puesta en marcha de la nueva radio y televisión autonómica?

Como sociedad necesitamos una RTVV de calidad que no cometa los errores del pasado. Tengo grandes expectativas en esa radiotelevisión, porque la merecemos de alguna forma. Espero que se sepan hacer bien las cosas.

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