? La conversión del modelo tradicional en una sociedad laboral es una de las opciones a las que se acogen empresas al borde de la quiebra. «Algunas compañías adquieren una deuda con los trabajadores y deciden cederles la propiedad a cambio de la deuda», indica Calpe. «Los trabajadores asumen los riegos en lugar de irse a la calle», añade. También es una buena ocasión de emprender para las personas que acaban contrato en otras empresas. «El Estado te permite capitalizar la prestación por desempleo y esta es una gran ocasión para emprender».
Estas compañías tienen también la ventaja de optar a más subvenciones, y esto facilita su expansión. «El modelo es satisfactorio, por eso cada vez hay más sociedades laborales». Algunas de estas se aglutinan en la Federación de Empresas Valencianas de Economía Social (Feves), que cumple 30 años y está formada por 40 compañías (llegó a tener entre 300 y 400). Son los casos de la poliñanense Flor del Júcar, Tintes Alzira o la asesoría de Almussafes Escrivà Selles. Otras firmas como Metalcudia, la constructora de Alginet Corocast o la empresa de servicios Benestar a la Comunitat siguen este mismo modelo de gestión pero no forman parte de la federación. Feves, además, entregó el pasado año a Dismuntel el premió a la trayectoria empresarial.
