Del asalto, que duró un día, se ha forjado toda una leyenda. Según relata Andrés Piles en su libro «Historia de Cullera», 27 naves de todas clases bordearon el cabo de San Antonio y se ocultaron en la cala que forma el septentrión del cabo blanco enfrente del llano o playa de San Lorenzo. Cuando comenzaron a despuntar las primeras luces de la mañana, los barcos, capitaneados por el corsario, entraron por la desembocadura del Júcar y 600 soldados turcos atacaron por sorpresa el poblado. La mitificación del temido pirata ha llegado incluso a día de hoy, hasta el punto de que una cueva ubicada en la montaña del faro conserva su nombre y fue utilizada como reclamo turístico en los años sesenta y setenta, albergando en la actualidad un museo de piratería, único en todo el país.