Las tensiones en la playa de Cullera no son nuevas. Hasta hace unos años era la «guerra de las sombrillas» la que provocaba fricciones entre los veraneantes, generalmente jubilados, que aguardaban impacientes de madrugada a que concluyeran los trabajos de limpieza de la playa para iniciar una carrera por la arena hasta conseguir un lugar privilegiado a pocos metros del mar. Las tumbonas de alquiler permiten hoy que la primera línea no se colapse, aunque tampoco resuelven del todo los conflictos entre los bañistas y la empresa concesionaria.