La ampliación de los espacios destinados al alquiler privado de hamacas, sombrillas y tumbonas ha provocado un amplio descontento entre los residentes tradicionales de Cullera, que han visto reducida su capacidad de encontrar un espacio en las siempre concurrridas playas de Cullera. En algunas zonas, como el Racó, los ocupantes de los apartamentos se ven forzados a caminar más de un centenar de metros para sortear la zona privada. La prohibición de instalar sombrillas delante de la zona de reserva del adjudicatario, hace más difícil garantizarse sitio en primera línea, justo delante del mar. El descontento es creciente.