? Las medidas municipales, con multas que pueden llegar a los 3.000 euros, intentan combatir la «guerra de sombrillas». Son difíciles de olvidar las imágenes de las carreras que protagonizaban al amanecer veraneantes, en su mayoría jubilados, dispuestos a plantar su parasol en la primera línea de la playa para asegurarse un lugar privilegiado a pocos metros del mar. Hoy, la reserva de grandes espacios para el alquiler ha irritado a muchos residentes, que se ven forzados a caminar más para sortear el espacio privado. La ampliación de esas zonas destinados al alquiler privado de hamacas, sombrillas y tumbonas ha provocado un amplio descontento entre los turistas tradicionales de Cullera, que han visto reducida su capacidad de encontrar un espacio en las siempre concurridas playas.
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