Las personas más dotadas, las más insignes, las más preparadas, son asiduamente tan normales que pasan desapercibidas. Llevan en silencio sus facultades y cuando sus resultados fructifican en logros no lo airean a los siete vientos. Es quizá porque, como a María Botella, de Alcàntera de Xúquer, las definen muchas otras facultades pero no la vanidad. La ribereña consiguió en el curso recién finalizado el mejor expediente de la rama de sanidad de toda la universidad valenciana. Desde la psicología, cuya carrera completó con una nota media de 9´48. Pero Botella, maestra también de educación infantil, es una mujer de trabajo constante, de disciplina casi militar, de silencio, horas y paciencia. Cuando los resultados llegan, como ahora, reconocen el trabajo de miles de horas, prácticamente de una vida dirigida hacia un mismo objetivo desde hace años.

Concretamente, la vecina de Alcàntera de Xúquer, que ahora tiene 27 años, ha conseguido el Premio Extraordinario del Grado de Psicología y el Premio Fundación del Carmen Izquierdo Besante Monzó al mejor expediente de las titulaciones de la rama de Ciencias de la Salud de la Universitat de València. No competía, pero sí lo hacía, contra miles de estudiantes normales y contra decenas de excelentes. Pero ha sido la mejor. Por ello, la universidad ha querido sujetarla fuerte y ya la ha enmarcado en líneas de investigación en sus departamentos. «La verdad es que un título así supone un reconocimiento a muchos años de disciplina, esfuerzo y constancia, más si estamos acostumbrados a que nos digan constantemente sólo aquello que no hacemos bien. Necesitamos ser reconocidos por lo que hacemos bien y sentirnos valoradas. Es lo que nos mantiene en pie. Evidentemente este título es a nivel individual pero yo no puedo dejar de pensar que también es compartido porque hay mucho apoyo detrás, caso de la familia, los amigos o los compañeros de clase», arguye María Botella. «No soy totalmente consciente de toda la repercusión que puede tener a nivel profesional. Cuando empecé nunca pensé que llegaría a ser la primera de mi promoción y mucho menos la primera de toda la rama de la salud. Todo esto es el resultado de un proceso muy largo. Gracias a este tipo de reconocimientos puedo estar ahora vinculada a una rama de la psicología que no está tan vista en la sociedad como es la investigación», añade la alcantarera, quien avanza: «Ahora mismo estoy con una beca en el Departamento de Psicología Básica de la Universitat de València que nos permite estudiar en profundidad un hecho de total actualidad como es el consumo intensivo de alcohol entre los y las jóvenes, una problemática actual con mucha repercusión. Más concretamente estamos investigando las variables y las consecuencias que pueden llevar a los jóvenes a realizar este tipo de consumo casi compulsivo».

El futuro puede estar guiado por el título recibido recientemente. Pero también puede suponer un pasaporte al extranjero. No por sus intenciones pero la fuga de cerebros de los últimos años con la excusa de la crisis económica a la espalda ha provocado que muchos y muchas de las mejores científicas de este país hayan tenido que construir su futuro lejos de casa. Ser el mejor no es sinónimo de satisfacción laboral. Por lo menos en un país en el que el I+D+I se ha secundado hasta niveles que asustan. Botella es optimista: «Me planteo seguir en el mundo de la investigación, por ejemplo con el grupo que ahora mismo integro. Pienso que es una parte de la psicología necesaria, a pesar de no ser tan visible». Botella cursa en la actualidad un máster vinculado a la psicología general sanitaria para trabajar en el mundo de la psicología clínica.