En comparación, la situación de la cooperativa turisana es peor que la carletina, según explicó José Crespo. «Nosotros vamos detrás y nos encontramos con los precios todavía más bajos, aún así, yo no recordaba una campaña tan mala en los últimos años. Va a ser histórica, pero de lo mala que ha sido», indicó. Por su parte, Monzó señaló que en momentos así el agricultor se siente desmotivado, lo que provoca desde cambios en la producción hasta la eliminación de plantaciones.

Una de las reivindicaciones históricas del sector tiene que ver con las grandes diferencias que se producen entre los precios que recibe el productor y el que paga el consumidor. «Unos y otros no se corresponden en absoluto», manifestó Monzó, que añadió: «Hay una serie de factores como el 'destrío', que siempre resta, el transporte u otros costes que, en muchos casos, provocan incrementos de entre el 200 y el 500 %».

Fue Crespo quien lo ejemplificó de este modo: «La producción se vende prácticamente a precio de coste, sin beneficio para el productor, eso quiere decir que por un kilo se pagan unos 40 céntimos en vez de unos 60; pero cuando uno va a un supermercado paga fácilmente unos dos euros por ese mismo kilo de fruta. Está claro que todos los negocios quieren ganar dinero, pero los agricultores no lo hacen y en muchos casos se ven obligados a malvender para que su cosecha no se quede en el árbol», señaló.

Finalmente, Monzó apuntó a la necesidad de renovación que tiene el sector, ya que en muchos casos las plantaciones son obsoletas y se resta competitividad.