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El adiós de las «mongetes» de La Milagrosa

Las primeras 7 hermanas de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl llegaron a Cullera en 1880

El adiós de las «mongetes» de La Milagrosa

En la segunda mitad del siglo XIX, a lo largo de todo el país proliferaba la creación de fundaciones de caridad. No eran tiempos de bonanza y había mucha necesidad en una gran parte de la población. Cullera no fue una excepción. Lorenzo Gómez Sañudo, un cullerense de buena posición social, decidió por testamento que sus bienes fuesen destinados a la creación de una fundación, cuyo principal cometido tenía que ser ayudar a los más necesitados del municipio.

Tras el fallecimiento del mentor, fue en 1880 cuando en la localidad de la Ribera Baixa se creaba la Fundación San Lorenzo. Los albaceas del finado se pusieron en contacto con la orden de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, que tras muchos estudios y conversaciones, accedió a instalarse en Cullera. En concreto, la colaboración se iniciaba con la llegada de siete milagrosas. Las hermanas provenían de las congregaciones del centro de la Península y lo hacían con el dinero justo para poder pagarse el viaje, ya que la orden no disponía de exceso de fondos, y vivían como podían de la caridad.

Fueron los propios vecinos quienes tuvieron que compartir alimentos y ropas para con las monjas. La ciudad en sí, tras unos primeros momentos de adaptación y conocimiento, se volcó con las hermanas, compartiendo con ellas lo más necesario. Desde el primer momento las monjas cumplían con los designios de la Fundación San Lorenzo y se dedicaban a acoger a aquellas personas que solicitaban caridad, abriendo un asilo para aquellos que tenían necesidades y penurias, algo muy común en aquellos tiempos.

Poco a poco las religiosas empezaron a tener que hacerse cargo de los pequeños de la población. La ausencia de escuelas oficiales y la necesidad de los padres de trabajar para ganarse el sustento familiar, hizo que desde la propia fundación se comenzara una labor educativa. Con el paso de los años, el parvulario que tenía el centro llegó a tener hasta 120 alumnos, lo cual venía a ser la casi totalidad de los niños pequeños de Cullera.

De asilo a escuela

Hasta finales de los 60, la actividad docente se centraba exclusivamente en el género femenino, aunque poco a poco se introdujo a los chicos en el parvulario para poder ofrecer el servicio que la sociedad demandaba y facilitar el ingreso de las niñas y niños en la educación elemental. Con el paso de esos años iniciales del siglo XX, la Fundación San Lorenzo, con las Hijas de la Caridad al frente, empezó a doblar su función. A la tarea de acoger a los más pobres se sumaba la escuela. Conforme iban creciendo los niños, seguían estudiando con las mongetes como se las llamaba cariñosamente.

Pasada la Guerra Civil no solo se consiguió consolidar la presencia de las religiosas en Cullera, sino que fue creciendo su labor de acogida así como la educacional. De hecho, entre 1978 y 1982, la congregación llegó a tener en Cullera hasta 18 hermanas, el número más alto de toda su estancia en el municipio.

La introducción dentro del estamento educacional de profesores laicos fue cobrando protagonismo, más aún cuando se convirtieron en colegio concertado.

La función de ayuda a los necesitados fue decayendo con el paso de los años, por lo que poco a poco la presencia de las religiosas en Cullera también ha ido reduciéndose hasta hoy, 137 años después de su llegada, en el que han decidido dejar el municipio.

La falta de vocaciones y el hecho que entre las más jóvenes de la orden se prefiere dedicarse a la labor social y no a la labor educativa ha sido un condicionante clave para que la congregación haya decidido abandonar la que ha sido su casa más de un siglo. Las tres últimas mongetes que han estado en Cullera eran sor Gloria Vizcarra, sor María Antonia Flor y sor Julia Rubio, quien esta pasada semana cumplía 99 años y que el día 10 abandonó ya definitivamente el centro. Al decidir la orden acercar a esta última a su casa, y dejar solo la existencia de dos monjas en el Colegio de La Milagrosa, hacia necesaria una reestructuración, con lo que se decidió destinarlas a lugares más próximos a sus familias.

Con un homenaje celebrado el pasado fin de semana, la ciudadanía en general ha querido mostrar a las hermanas su agradecimiento por la labor realizada. Ahora, después de 137 ha llegado el momento de cerrar una etapa, el momento de partir, porque no del adiós, ya que en la memoria d muchas familias cullerenses permanecerán por siempre en el recuerdo.

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