Dos vecinos de Alberic que se encontraban de vacaciones en Cuba tuvieron que ser evacuados ante la fuerza destructora del huracán Irma. Marta y Joan no olvidarán su viaje en mucho tiempo. La joven pareja se encuentra en Cuba a la espera de que se autorice la salida de un vuelo hacia España.

El huracán les pilló por sorpresa. En La Habana, provocó olas de 11 metros de altura, forzando el desalojo de algunos de los hoteles más famosos del malecón y numerosas operaciones de auxilio de los servicios de emergencia. Las inundaciones por la subida del nivel del mar Caribe se extendieron por las calles de la ciudad, creando espontáneos ríos entre edificios.

La pareja pasó de las aguas turquesas y las playas de arena blanca al panorama desolador en el que se encuentra ahora mismo la isla. Lejos de la realidad con la que estos dos ribereños viajaron hasta Cuba para disfrutar de unos días de descanso.

El huracán se alejó el domingo de Cuba con destino a Florida dejando un rastro de destrucción en un país ya afectado por una grave crisis económica. Los cuatro días de paso inexorable del huracán, entre el jueves y el domingo, han dejado al país sin luz (en algunos casos por prevención), viviendas sin techo, palmeras arrancadas, postes del tendido eléctrico derribados e instalaciones turísticas y cosechas destrozadas.

Precisamente, esta situación provocó que la pareja fuera evacuada a un lugar más seguro, aunque en el hotel donde se encuentran no tienen ni luz ni comida y están a la espera de cualquier nueva señal. Las familias confían en que pronto puedan resolver su situación. La previsión es que hoy mismo cojan un avión de regreso a España, aunque tampoco se descarta que tengan que esperar unos días más a que la situación se restablezca por completo.

Irma llegó el viernes a Cuba, golpeando los cayos de la costa norte con máxima fuerza. Fue la primera vez desde 1932 que el epicentro de un huracán de categoría cinco, el mayor posible, tocó tierra en el país. El mayor impacto ocurrió en la región central de la costa norte del país, especialmente las zonas turísticas de Varadero y los cayos. Las normalmente paradisíacas playas, repletas de turistas, dejaron de serlo. El viento sopló a una velocidad de hasta 195 kilómetros por hora.