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Catedral de la cultura

L'Alcúdia celebra el trigésimo aniversario de su Casa de la Cultura, pionera y referente del sector en la comarca Su oferta atrae a más de 4.000 personas mensuales en una población de 11.800 habitantes

Exposición organizada por Boix hace ahora cinco años. v. m. p.

En l'Alcúdia, al fondo de la Plaza Tirant Lo Blanc, flanqueada por el Colegio Batallar, las ruinas del Convento, el Hogar de los Jubilados y el Centro Enric Valor, emerge la Casa de la Cultura. Nació en marzo de 1987 como respuesta a un intenso movimiento cultural instaurado en el municipio. Durante tres décadas ha servicio de plataforma a actores, músicos, pintores, escultores, pensadores, literatos, locales y foráneos, y ha respondido a la creciente demanda de una población muy habituada a consumir cultura. El presidente de la Generalitat presidió en la noche del viernes el brillante cumpleaños de un edificio que se ha convertido en emblema dentro y fuera de la comarca.

A día de hoy, la sede cultural forma parte del patrimonio sentimental de los alcudianos. El público, que ha crecido artísticamente a la par que la nutrida programación exhibida durante sus 30 años de vida, ha dejado un legado imborrable. Aplausos, sonrisas, lágrimas y un largo listado de emociones que forman parte ya del alma cultural de l'Alcúdia. De su arquitectura destaca la vuelta de la cúpula, un sitio privilegiado donde Manolo Boix dejó su huella. El artista local pintó una obra de gran calidad llamada «Al·legoria de la Ribera» que recrea un paralelismo entre el ser humano y su concepto de vida. Algunos la definen como la «Capilla Sixtina de la comarca» y es que su fresco, rematado con el texto de Josep Palacios, convirtió al lugar en un referente estético.

Metamorfosis permanente

De sala y cuartos a escenarios, de balcón a salón de conferencias y talleres, de patio a zona de recreación y exposición. Así se ha ido transformando la Casa de la Cultura hasta la fecha. Esa metamorfosis no se entiende sin la figura de Ximo Puig Sampedro, el programador cultural y persona clave desde el día en el que se inauguró el espacio. «Cuando abrió por primera vez tenía pelo y ahora apenas me queda (bromea). A veces tengo dudas de cuál es mi verdadero hogar y es que la Casa de la Cultura, tanto para mí como para todos los alcudianos se ha convertido en una de las principales señas de identidad. Creo que la principal razón de este crecimiento se ha dado por las dos líneas de trabajo que se han seguido desde el principio: la primera es la de servir como centro de encuentro para la gente que quiere hacer cosas y la segunda es la de acoger propuestas culturales», asegura.

La Casa de la Cultura muestra un currículum a la altura de muy pocas. Es una de las tres más antiguas de la comarca y gracias a su apuesta se ha convertido en un referente, no solo en la Ribera sino también en toda la provincia. La mejor prueba está en que para esta temporada, ya se ha completado casi el 90% del aforo en abonados y, además, de entre el amplio público, hay gente de un total de 19 poblaciones diferentes. «Aquí no hay un destinatario concreto. No existe una política cultural dirigida únicamente a un sector concreto de gente. No me gusta hablar de l'Alcúdia como capital cultural pero sí que podríamos hablar de la localidad como un ejemplo en este aspecto. La clave, además de la línea de trabajo, creo que ha estado en que todas las legislaturas que han pasado han creído en este proyecto. No buscamos hacer caja con las entradas, buscamos hacer cultura», declara Ximo Puig.

El reto de captar ocio

De sus inicios, muchos recuerdan Radio Tave, los talleres de experiencias, los conciertos de las bandas, el movimiento rock y las exposiciones de arte. Muchas de estas actividades siguen teniendo continuidad. Los vecinos creen en la Casa de la Cultura. De hecho, más de 4.000 pasan mensualmente por ella. Ahora, en un mundo globalizado donde internet y la televisión juegan un papel clave, afrontan un reto complicado: el de poder crear un programa en el que la gente considere este espacio como una alternativa de ocio.

El municipio, cuando en 2010 entró en el circuito de CulturArts, estaba situado entre la zona noble y hoy es uno de los cinco referentes. «Nos costó mucho trabajo llegar hasta arriba y ahora, el nuevo desafío es mantenerse. No hay que perder el paso. La sociedad actual es muy cambiante y nos tenemos que adaptar a ello. Ser hábiles y hacer que la gente asuma nuestro programa cultural. Formamos parte del ADN de la población y espero que siga siendo así por muchos años más», sentencia Puig.

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