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Polinyà acoge al último fabricante de gaseosa

La Flor del Júcar es la única empresa de la Ribera que ha resistido el empuje de las multinacionales Vende en toda la Comunitat Valenciana

Polinyà acoge al último fabricante de gaseosa

Los refrescos forman parte en la actualidad del día a día de los jóvenes y no tan jóvenes. Entre ellos, todavía sobrevive la limonada, un producto que apenas tiene valor en el mercado pero que aún se puede encontrar en las grandes superficies. Eso sí, siempre bajo las etiquetas de las grandes marcan que acaparan el mercado. No obstante, en la Ribera hay una excepción que sigue funcionando. Se trata de la fabrica de gaseosa La Flor del Júcar, ubicada en Polinyà de Xúquer, que ha sabido superar los innumerables baches que le ha puesto en bandeja la vida para convertirse, en su zona, en una seria competidora para las grandes casas.

En la Ribera había infinidad de negocios limoneros. Se decía que cada pueblo tenía una o dos, algunas tan conocidas como Konga, en Sueca. Todas ellas fueron desapareciendo ante la inviabilidad del negocio y ante la creciente auge de las multinacionales. De hecho, la propia Konga fue absorbida por La Zaragozana, propietaria de la marca cervecera Ambar, mientras que otras casas como Segura, en Guadassuar, o Dugarref, de Algemesí, dejaron de producir. Esta última, junto a otras marcas valencianas como La Amistad o La Señera, llegaron incluso a ceder a La Flor del Júcar la producción de sus gaseosas por no poder asumir ellos mismos la fabricación. De este modo, la compañía poliñanense no solo se convirtió en la última de la comarca en fabricar gaseosa, sino también en fabricante para otras casas de la provincia.

Desde principios de los años 60

Salvador Cebolla es, junto a su hermano, el actual dueño del Grup Xúquer, donde se aglutinan diferentes empresas relacionadas con el mundo de la hostelería, entre ellas La Flor del Júcar. Cebolla recuerda cómo su padre compró la empresa en 1963, apenas dos años después de que el anterior propietario abriera el negocio, y cómo fueron los inicios. «Mi padre comenzó con una máquina de un brazo que hacía una botella cada vez. Se producían 30 botellas cada hora. Ahora nuestras máquinas fabrican 5.000 botellines a la hora», explica el gerente, quien además dirige el proceso de fabricación de las gaseosas. En aquellos primeros años, «íbamos por las casas del pueblo con un triciclo ofreciendo las gaseosas, que las entregábamos con su botella de cristal retornable dentro de una bolsa. Luego nos compramos un carro motorizado y un camión, pasando a visitar localidades cercanas como Albalat o Benicull y añadiendo algunos otros productos como, por ejemplo, leche. La distribución se hizo así hasta mediados de los años 90», comenta. «Ahora, distribuimos limonada y otros productos por toda la Comunitat Valenciana», explica Cebolla.

La supervivencia de este tipo de empresas, la mayoría de ellas familiares, se vio empañada por la aparición de las multinacionales, no solo por su volumen de venta, sino también por las acciones que algunas de ellas realizaban para acabar con la competencia. «Muchas veces intentaban robarnos las botellas, que en aquellos tiempos era retornables y muy caras, para quitarnos de en medio», recuerda Cebolla. No obstante, la Flor del Júcar resistió estos envites cuando la mayoría de casas no aguantó el cambio.

Modernización de la planta

La empresa de Polinyà empezó a funcionar con una máquina de un brazo y llegó a tener hasta 12 empleados. Se fabricaban más de 50.000 botellas al año. Ahora cuenta con tres líneas de fabricación, donde se ha invertido gran parte de los beneficios generados en estos más de 50 años de vida de la compañía.

La actual planta produce 4 millones de botellas al año entre las de cristal y las de plástico y da trabajo a 5 empleados, además del director de fabricación. Pese a ello, se trata de un producto que apenas deja margen económico. «Se vende muy barato y cada vez se consume menos en comparación con otros refrescos. Antes tenía un valor, pero ahora ya no», lamenta Cebolla. El gerente de la planta compara la evolución de la gaseosa con la del cultivo de la naranja. «Antes quien tenía tierras podía vivir de los beneficios de la venta de cítricos; ahora los propietarios que trabajan las tierras solo tienen pérdidas», argumenta el poliñanense. «De la gaseosa también se podía vivir antes, pero ahora ya no», añade.

En este aspecto, Cebolla indica que «el porcentage de facturación y los beneficios de la venta de limonada son muy pequeños». De hecho, señala que la propia planta no subsistiría si no se contara con la empresa Distribucions Ribera del Xúquer que, además de ser un activo importante del Grup Xúquer, se encarga de la distribución de las gaseosas.

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