La concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Sueca, Isabel Jiménez, anunció ayer que el consistorio baraja la posibilidad de recuperar las viejas casas del marjal para albergar turismo ecológico y verde. Se trata de una de las diferentes alternativas que plantea el consistorio para potenciar «la cultura del arroz, no solo gastronómica y paisajísticamente, sino también en cuanto al patrimonio», opciones que la edil comentó en el debate organizado en la sede la Mancomunitat de la Ribera Baixa, en Sueca, por el grupo Compromís sobre el Parc Natural de l'Albufera y en el que también participaron el edil delegado del parque en el Ayuntamiento de València, Sergio Campillo, y el Director General del Medio Natural, Antoni Marzo y que ha contado con la moderación de la presidenta de la Mancomunitat y alcaldesa de Favara, Oro Azorín.

Jiménez se refirió a la posibilidad de apostar firmemente por este tipo de turismo, «ya que es un valor que tenemos en nuestro ADN». En este aspecto, asegura que las viejas casitas son «un recurso que con pocas modificaciones sería bueno para todos y en la actualidad se ve dificultado por la estricta legislación» y que, además, cabe la idea de potenciar «nuestro maravilloso patrimonio como el Molí Fariner o el Molí de Passiego». Por otro lado, la responsable de Medio Ambiente en Sueca también remarcó la importancia de considerar a los labradores como «uno de los más importantes actores en el futuro del parque, las necesidades de quienes hay que tener muy en cuenta a la hora de aplicar las normativas, haciéndolas de forma más flexible, pues la agricultura se trata de una actividad económica fundamental para muchas de las familias que viven en el entorno de la Albufera». La concejal suecana, además, se mostró triste por «cómo se llevó el tema del filtro verde y la falta de opciones alternativas que nos penalizan económicamente y no nos dan salidas». Asimismo, habló de algunas otras propuestas por las que apuesta el consistorio para mejorar la convivencia en el parque entre todas las partes implicadas como, por ejemplo, «contribuir en la medida que sea posible en favorecer la conversión de la paja del arroz en un recurso económico».

Condenados a entenderse

Por su parte, Marzo señaló en el debate que la gestión del parque «es de una complejidad incuestionable que, como espacio natural protegido, tiene el objetivo de preservar su valioso patrimonio de biodiversidad, los hábitats naturales y las poblaciones de fauna y flora que allí se encuentran. No obstante, este objetivo a veces se convierte en un reto difícil de poder asumir por la gran cantidad de actividades económicas que se llevan a término en su entorno, así como por el elevado número de actores sociales que hay implicados con intereses muchas veces difíciles de armonizar». Según el director general, «la administración tiene el deber de buscar soluciones que compatibilizan estas actividades con la conservación del parque, pero los esfuerzos necesitan también de la implicación y la buena voluntad de los actores locales». «Los avances hacia un acuerdo dialogante entre administraciones y regantes en relación con la regulación de los niveles hídricos del parque son un buen ejemplo de ello», concluye.