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Un cazador denuncia al guarda del coto de Sollana por encañonarle

El incidente se produjo cuando el vigilante se dirigió a un grupo de ocho aficionados al anochecer y les requirió la documentación - El presidente del club niega que el celador apuntara con el arma

Un cazador de Sollana ha denunciado a un guarda del coto por encañonar a varias personas con su arma tras entregarle la documentación que les había requerido el sábado por la tarde en El Romaní. Según explicó a este diario el grupo de socios de la Sociedad de Cazadores la Tadorna de Sollana, el guarda se negó a mostrar su acreditación y les apuntó con su «arma larga» pese a que se encontraban desarmados y le habían facilitado tanto su licencia de caza como su DNI. Por su parte, el presidente del club, Emilio Piqueras, negó que los hechos ocurrieran de ese modo y defendió que el guarda «en ningún momento bajó el arma de su hombro».

El suceso ocurrió el sábado por la tarde-noche, alrededor de las 20,30 horas. Un grupo formado por ocho cazadores había finalizado su jornada de caza y se dirigía hacia su caseta, ubicada en un coto privado. Un guarda rural se acercó con una linterna y, según el denunciante, increpó a uno de ellos que hubiera usado cartuchos de plomo, algo que negaron por activa y por pasiva. «Somos conscientes de que su utilización está prohibida y que, de hacerlo, pueden suspender nuestra licencia hasta dos años. Es un riesgo innecesario», aseguró S. H. F., uno de los socios y denunciante.

La pareja de guardas, contratada por el propio club del caza al que pertenecía el grupo de amigos para vigilar el coto, reclamó a los ocho cazadores su documentación «sin identificarse previamente», afirmaron. Todos ellos, según explicaron, ya habían guardado las armas en su caseta. Entregaron los papeles a los guardas, aunque uno de ellos explicó que debía ir al coche, aparcado a unos cincuenta metros, para poder facilitarla. «Se negaron a que fuera al coche, me dijeron que no me moviera, pero después de esperar más de cinco minutos fui a por ella. En ese momento me dio el alto uno de los guardas, a lo que yo le respondí que ellos no eran ninguna autoridad que pudiera dar el alto y que si querían mi documentación, iba, la cogía y se la mostraba», narró S. H. F.

Control de horarios

«Al regresar, le enseñé mi permiso de armas, la licencia de caza, la guía de la escopeta y el DNI. Se lo apropió todo y se marchó sin decir dónde iba, por lo que yo y dos amigos más fuimos tras él. Entonces se giró, nos apuntó con su arma y gritó: ´¡Atrás, atrás!´. Nos quedamos paralizados, totalmente blancos», explicó el denunciante. «El guarda que nos apuntó temblaba. Tú no puedes ir cara un grupo de personas y encañonarlas, con el dedo en el gatillo y ese estado de nervios porque puede ocurrir una desgracia», prosiguió uno de sus compañeros.

No obstante, el presidente de la asociación de cazadores explicó a este diario que los guardas «son profesionales» y que «no bajaron su arma del hombro para apuntar a nadie». «Nunca han tenido problema con los más de 200 socios, parece ser que esta gente actuó previamente con tono burlesco», añadió.

Según explicaron, posteriormente llegó la Policía Local y los guardas se negaron a devolver la documentación. A continuación, llegó la Guardia Civil y la situación se calmó. «Entonces los guardas rebajaron su tono y se dieron cuenta de lo que habían hecho, aunque no pidieron perdón. Fue un exceso de autoridad en toda regla porque nosotros actuamos siempre dentro de la legalidad», aseguró uno de los cazadores.

En la denuncia presentada ante la Guardia Civil de Almussafes, uno de los cazadores encañonados explica que los guardas ya habían acudido con anterioridad ese día a fotografiar sus vehículos, incluso días atrás habían merodeado por su caseta. Piqueras, no obstante, aseguró que los guardas tenían orden de «vigilar todas las zonas de agua, pedir los carnés de socios y controlar que se respetaban los horarios de caza».

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