El Ayuntamiento de Cullera mantiene su batalla contra los campos abandonados, una lacra que ha propiciado en los últimos años numerosos incendios en el término municipal, algunos de los cuales han tenido consecuencias verdaderamente graves. A principios de mes, el consistorio había logrado que se limpiaran cerca de medio millar de parcelas, según informó ayer el concejal de Agricultura, Hugo Font.

La mayoría de ellas han sido adecuadas por los mismos propietarios tras haber sido requeridos por el ayuntamiento. Concretamente, en el 89 % de los casos, los dueños han sido los que las han adecentado, mientras que el consistorio ha tenido que intervenir de oficio en 45 ocasiones.

Precisamente, en septiembre se cumplió un año de la primera vez en la historia que el ayuntamiento tuvo que entrar con sus propios medios en una parcela agrícola para limpiarla. El ayuntamiento se vio incluso obligado a comprar una pala para poder llevar a cabo estos trabajos.

Dificultades para actuar

La labor sigue en marcha. En estos momentos se ha requerido a los propietarios de otras 361 parcelas y la administración local está a la espera de respuesta por parte del propietario o de resolución judicial que le autorice a limpiar de oficio ante la incomparecencia de los dueños, explicó Hugo Font.

El edil recordó que este programa supone un «esfuerzo» para el consistorio y dejó claro que la Administración local seguirá mostrándose «implacable» ante esta situación.

En ese sentido, insistió en que la desatención en la limpieza está tipificada como una falta grave en la ordenanza de Medio Rural y conlleva una sanción que puede ascender hasta los 1.500 euros.

La cuantía está «más que justificada», defiende Font. El abandono de las tierras comporta en la mayoría de casos problemas como la proliferación de plagas, insalubridad y riesgo de incendio, generados principalmente por el crecimiento de vegetación salvaje, los rastrojos y la acumulación de basura. Esta situación perjudica a los propietarios de las tierras colindantes.

La aplicación del plan municipal de limpieza de campos abandonados no es tarea fácil. Son muchos los campos que tras los años de la burbuja inmobiliaria quedaron completamente desatendidos. Sus dueños abandonaron los cultivos y vendieron las tierras a grandes constructoras, que especularon con los terrenos hasta que estalló la crisis y acabaron desapareciendo en la mayoría de los casos. Entonces, las parcelas fueron embargadas a los bancos y es aquí cuando el proceso se complica todavía más ya que las entidades financieras suelen desentenderse de la responsabilidad de mantenerlas en condiciones, indicaron fuentes municipales.

La necesaria autorización judicial para poder actuar de oficio o el desconocimiento de la identidad del propietario son otros dos factores que contribuyen a dilatar el proceso. No obstante, Hugo Font señaló que en año y medio «hemos hecho el trabajo de una década» por lo que valoró «positivamente» la evolución del plan, que a su juicio «ya tiene efectos positivos». «Aunque aún quedan muchos campos perdidos en mal estado, hemos frenado el avance del problema y en muchos sitios el paisaje ya es diferente», concluyó.