La mañana de cualquier persona puede ser una «mañana plástica». Levantarse y beber de una botella de plástico, mandar un correo electrónico escribiendo en un teclado de plástico, ducharse con agua que llega a nuestras casas a través de tuberías plásticas, salir de la ducha y vestirse con ropa surgida que contiene materiales plásticos. Utilizar el móvil y darse cuenta de que el teléfono, o al menos la funda, es también de ese material. Los habitantes del planeta no somos conscientes del papel omnipresente que juega en nuestro día a día este compuesto. Y a día de hoy, refleja una amenaza real. Según Greenpeace, si no ponemos remedio de forma rápida y efectiva, de aquí a diez años el agua de los mares y océanos de nuestro planeta contendrá una tonelada de plásticos por cada tres toneladas de peces. Al ritmo actual, en 2050, el peso de los residuos de plásticos en el agua marina será superior al peso de todos los peces del planeta. Sin ir más lejos, la suma total de botellas de plástico que se vendieron el pasado año 2016 fue de 480.000 millones en todo el mundo. Una cantidad que la Tierra no es capaz de absorber ni procesar.

En fechas anteriores, la empresa valenciana Closca , liderada por el ingeniero industrial de Sumacàrcer Carlos Ferrando (1977), trató de resolver la problemática del diseño y seguridad en torno a la protección de los ciclistas y lo logró con «Fuga», un casco que ha renovado el mundo urbano. Gracias a su mecanismo de anillos concéntricos, se pliega y hace que sea muy sencillo llevarlo consigo. Un elemento que mantiene un justo equilibrio entre funcionalidad y belleza. De hecho, la validez de su invento fue acreditada en los prestigiosos Red Dot Design Awards de 2015, el Delta de Oro o el Eurobike Award y hasta hoy, han vendido más de 25.000 unidades repartidas entre los cinco continentes del planeta.

Ahora, Ferrando, como apasionado de la vida saludable, ha decidido afrontar un nuevo reto: la reformulación de la hidratación personal a través de una botella de vidrio de borosilicato recubierta con silicona y transportable gracias a una banda y cierre de vidrio, que permite sustituir el uso de plástico diario por un recipiente que cuenta con filtros especiales para té o café entre otras bebidas. Rompe con la idea habitual porque está diseñado para acompañar al usuario sin que le sea una molestia, enganchada en cualquier sitio y con una gran facilidad para ser reutilizada gracias a sus materiales de apertura de tapón y base. «Comenzamos en 2013 con la idea de crear una marca que inspirara actitudes positivas y así lo hemos venido haciendo. Primero fue el casco y ahora la botella. No hace falta el plástico para poder beber», asegura Ferrando, CEO de Closca.

El proyecto se publicó la anterior semana en el portal «Kickstarter» en busca de 30.000 dólares a través del micromecenazgo para la primera fabricación y ya se ha completado la previsión inicial en más de 5.000 dólares. Asimismo, la compañía ha llegado a acuerdos comerciales con grandes corporaciones como Cabify Europa o Global Omnium. «Queríamos resolver un problema tan común como el comprar una botella, consumirla y tirarla sin tener en cuenta las consecuencias que supone. La nuestra es un diseño que se engancha a ti y se puede limpiar con facilidad», afirma.

La botella viene acompañada de su propia aplicación móvil. Se trata de un mapa en el que se pueden ver cuántas fuentes de agua hay y los puntos donde los usuarios de la Coscla Bottle pueden recargar sin ningún tipo de problema. Se hacen reseñas de cada fuente, de la calidad del agua e incluso de si funciona o no. «La tecnología juega un papel muy importante en la actualidad y no quisimos desaprovecharlo. Me gustaría que en cualquier punto del mundo se pudiera consumir agua de manera gratuita», declara.

«Closca Bottle + App» costará alrededor de 40 euros. Y su base continuará estando en el Politècnic para mantener el hábitat creativo en València. Las previsiones pasan por vender cerca de 100.000 botellas en una primera campaña. «Me ha costado tres años ser emprendedor. Al principio la gente no te cree y nadie apuesta por tus ideas. El Politècnic nos aportó mucho cuando estábamos perdidos. Nos ha servido para aprender de grandes profesionales y poder crecer en este ámbito. Nuestro deseo pasa por poder facturar con todos nuestros productos un total de 28 millones de euros en 2020», sentencia.