De enfundarse los guantes y calzarse las botas a vestirse con el traje de neopreno. De ponerse bajo los palos para defender la portería del CE Alberic Promeses a lograr el bronce en el campeonato internacional de aguas abiertas por excelencia, el «Half Oceanman». Román Viñals es el hombre de moda en el mundo de las aguas. De entre más de 60 nadadores que habían logrado el último billete en la modalidad de media distancia de la categoría élite, consiguió alzarse en Benidorm con la tercera posición a nivel mundial. Atrás quedan los meses de trabajo y esfuerzo donde tuvo que realizar un largo viaje que le obligó a cruzar hasta la otra parte del continente, concretamente hasta Malasia, para poder clasificarse para la última prueba del campeonato. «Fue una experiencia muy bonita. Participé en un escenario que ya lo había vivido como aficionado el año anterior. Sabía que iba a ser exigente porque participaban más de 500 nadadores de 35 países diferentes. Yo me marqué el objetivo de disfrutar. Al final, la alegría fue doble porque me lo pasé en grande y encima llegué en tercera posición. No puedo pedir mucho más», asegura.

Nadó en un contexto complicado porque el mar estaba picado y además, no pudieron ponerse neopreno porque la temperatura del agua estaba por encima de los 23 grados. Aun así, recorrió los 6.000 metros de la cursa con un tiempo de una hora y cuarenta minutos que lo situó el sesenta en la general y el tercero de su nivel. «La climatología no nos acompañó demasiado, pero igualmente disfruté cada brazada que di. Gracias a mis entrenadores, llegué muy fuerte. Eso sí, salí lleno de picaduras de medusa», explica.

Sus inicios con el agua se remontan a sus primeros pasos. «Recuerdo que cuando era pequeño iba a todos los cursos de natación. Me desvinculé un poco por culpa del fútbol, pero más tarde decidí volver. Yo siempre he sido una persona muy competitiva y me puse a investigar sobre los eventos relacionados con esta disciplina. Me apunté en 2016 a la primera prueba y desde entonces, he ido progresando hasta hoy», manifiesta.

Poco queda de aquel chico que con 100 metros tenía más que suficiente. La clave del éxito ha estado en su perseverancia, técnica y constancia. Hoy, la travesía se multiplica por una mayor distancia, aunque para llegar a ese punto ha necesitado encontrar el equilibrio adecuado, a caballo entre l'Alcúdia, las playas más cercanas y l'Assut de Antella. «Cuando se acercan las competiciones siempre intento entrenar en climas parecidos a los de la prueba. Además, en aguas abiertas siempre voy acompañado. Suele venir mi padre y aunque él no nade, está pendiente de lo que hago, porque por mucho que sepa nadar, nunca sabes lo que el mar te puede deparar», explica.

Su próximo reto no tiene todavía fecha. Lo único que tiene claro es que quiere dar el salto de la media a la larga distancia. «Quiero experimentar nuevas aventuras como cruzar el estrecho de Gibraltar. Es un reto personal. También quiero seguir ligado a la competición. Por el momento, voy a descansar unos días». Un nuevo David Meca se cuece en la Ribera. «Solo ha habido uno, pero es un espejo en el que poder mirarse», sentencia.