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Las palomas «invaden» las mesas de los comensales en los bares del centro de Alzira

El ayuntamiento inicia actuaciones para impedir que aniden ante el problema de salud para las personas y los daños al patrimonio histórico

Las palomas «invaden» las mesas de los comensales en los bares del centro de Alzira

La paloma es un ave de gran simbolismo. Aparece en un libro histórico como la Biblia y tiene connotación religiosa, además de vincularse también a la paz. Sin embargo, en las ciudades, las colonias de palomas son poco más que un quebradero de cabeza, dado que su convivencia con la ciudadanía y el patrimonio histórico no parece pacífico. En ocasiones, son consideradas una plaga porque, al igual que las ratas, se adaptan a la perfección a cualquier ambiente y acaban suponiendo un problema para la salud pública. Los especialistas aducen que una paloma genera alrededor de doce kilos de excrementos al año, lo que en las localidades puede convertirse en una grave agresión para monumentos históricos que se ven perjudicados por las sales como cloruros, sulfatos, oxalatos o fosfatos, que corroen la piedra. Cuando aparecen y proliferan en masa, incluso, se enseñorean y campan a sus anchas entre la ciudadanía. Bien lo saben en Alzira, donde se empieza a tener un problema grave en algunos de los centros neurálgicos de la ciudad como la Plaça del Carbó y la Plaça Major.

La imagen que acompaña esta información es delatadora. Las palomas han conseguido suficiente confianza como para «irse de copas» con los clientes que intentan pasar un rato tranquilo en los bares de la Plaça Major. «Han perdido el miedo a las personas y se ponen por encima de las mesas de los clientes y pican de los 'snack' que servimos. Encima, se sitúan en las farolas cercanas y producen muchos problemas con sus excrementos», argumenta Galo, propietario del Marimba Café Bar. Las palomas también causan daños en los árboles y plantas jóvenes y al alimentarse principalmente de grano pueden ser una agresión severa para plantaciones. Además, también contaminan bebederos de agua potable con sus excrementos y plumas. No acaban ahí las prescripciones negativas. Como muchas aves, son portadoras de enfermedades infeccionas y parásitos externos y pueden perjudicar las bajantes de los edificios con sus nidos. Pese a ello, algunos vecinos y vecinas, como observan los dueños de los bares de la plaza, siguen alimentando a las palomas, lo que facilita su multiplicación.

El concejal de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Alzira, Fernando Pascual, no considera que haya todavía un problema grave pero, según afirmó a este periódico, «hay que ir pensando soluciones». El consistorio empezó a finales de octubre los trabajos de remodelación de un edificio municipal situado en la Plaça de Cassassús y ha instalado en la fachada unas rejillas para evitar que sigan anidando. También se realizarán trabajos similares el próximo año en la Casa de la Cultura. Galo, del Marimba Bar, asegura haber recibido quejas de clientes «porque algunas personas, es cierto, tiene fobia a las palomas». Además, añade: «Nosotros no podemos hacer nada contra ellas porque hay muchas y cuando estás sirviendo las espantas, pero a los pocos segundos ya están de nuevo por encima de las mesas. La gente debe dejar de darles comida y hay que actuar sobre los espacios en los que anidan porque esto es un problema que va a más».

En los edificios las sales que transmiten a través de los excrementos se cristalizan en los poros de las piedras y favorecen presiones que acaban disgregando el material, además de permitir la adquisición de agua ambiental y provocar la dilatación térmica.

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