La moda de los calendarios eróticos se ha convertido ya en una tradición. Desde que en la película británica «Full Monty» un grupo de parados, ante la acuciante necesidad económica, decidieran hacer un espectáculo completamente desnudos en su localidad para recaudar fondos, muchos han imitado a los protagonistas de la historia. Lo llaman calendarios solidarios. No importa el gremio: deportistas, comerciantes, bomberos e incluso asociaciones como Corbera Difusió Animal. Los ribereños han sido los últimos en sumarse a esta práctica. El déficit que acumulan les ha obligado a buscar alternativas para seguir atendiendo al que llaman el mejor amigo del hombre.

Nacieron en 2014, cuando Gloria, Sonia y Cristina decidieron juntarse para crear una página en redes sociales en la que se pudiera compartir el contenido sobre animales en busca de una casa de acogida. Con el paso del tiempo, su labor activista fue a más. Tanto que pasaron de difundir información en Internet a cobijar perros en su domicilio. En sus tres años de vida, ya han ayudado a más de 150 animales y sus gastos ascienden a más de 300 euros mensuales. Con el poco apoyo de entidades privadas y el ayuntamiento, han logrado salir adelante hasta hoy, aunque se han visto superadas por la situación. Incluso una vez llegaron a acoger hasta 10 cachorros en una vivienda.

Los pagos se han ido incrementando y ese factor ha propiciado que las fundadoras se replanteen su situación. De hecho, tienen pensado volver a sus orígenes y dejar de rescatar animales, pero su «vena animalista» les hace negarse. «Todo empezó de broma. Llevábamos mucho tiempo hablando sobre esta iniciativa y al final nos hemos lanzado. Entre amigos y gente que ha querido ayudarnos lo hemos conseguido hacer. A corto plazo tenemos previsto poder sacar el dinero suficiente para poder liquidar nuestros gastos», aseguró Gloria Capsí, tesorera y secretaria de la protectora.

Sin más opciones, han visto en el calendario «solidario-erótico» una vía para poder seguir adelante. La portada la protagoniza Jack, «nuestra estrella en adopción», un ejemplar muy especial. Lleva mucho tiempo en una residencia por culpa de un largo tratamiento y solo su estancia les cuesta 300 euros cada mes.

El calendario tiene un precio de 10 euros y han impreso 300 ejemplares. El diseño y los retratos los ha hecho una fotógrafa de Corbera de manera altruista. «Mientras podamos queremos continuar con nuestra labor. La verdad es que meterse en este mundo supone un gran esfuerzo pero una vez estás dentro es imposible salir», explicó Capsí.

El sueño de las tres jóvenes pasa por construir un refugio pero son conscientes de que todavía queda muy lejos. «Todas trabajamos hasta tarde y no tenemos mucho tiempo libre. Nos hacen falta voluntarios. Por las redes todos comparten el contenido, pero se limitan a eso. Ya es una gran acción, pero hace falta mayor implicación», manifestó.

Durante el año realizan actividades para recaudar fondos que les permitan seguir adelante. Frecuentan el rastro de Corbera, organizan una caminata solidaria y un almuerzo en la montaña, donde los hornos y el supermercado del municipio colaboran. «Con lo que tenemos vamos haciendo. Una vez, el consistorio nos encomendó la fabricación de unas pulseras. Todas las propuestas que sean para que nos llegue dinero, son bien recibidas», señaló.

Una ley «abandonada»

Actualmente, el acto de abandonar a un perro está sancionado por la ley en todo el territorio, aunque no de manera centralizada. Al no haber una ley estatal, cada Comunidad Autónoma regula el delito según su criterio. La mayoría optan por clasificar la infracción según su gravedad. En la Comunitat Valenciana la norma está vigente desde 1994 y se considera una infracción muy grave cuya multa podría ir desde los 6.010 euros hasta 18.030. «Queda mucho por hacer. Creo que la mejor medida sería la concienciación y prohibir la venta durante un tiempo hasta que todos los animales que hay en las perreras tuvieran una casa», sentenció.