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El alcalde reconoce la necesidad de frenar el deterioro del monasterio

«Se ha convertido en un atractivo para delincuentes y curiosos», admite Paco Salom Reclama a las distintas administraciones públicas y a los propietarios una reunión para «disminuir el riesgo»

El alcalde reconoce la necesidad de frenar el deterioro del monasterio

El viejo convento agustino de Santa Maria d'Aigües Vives fue fundado en el siglo XVI y construido en un entorno privilegiado, en pleno valle y cerca de una montaña. Tras varias centurias, pasa por uno de sus peores momentos. «El monasterio va a peor, se ha convertido en un atractivo para delincuentes y curiosos en general, que entran, a veces, sin ser conscientes de que pueden afectar a un elemento de nuestro patrimonio histórico y cultural», reconoció sin rodeos Paco Salom, alcalde de Carcaixent, quien añadió: «Estamos en un punto muy complejo; por un lado está la propiedad y por otro, las responsabilidades de las administraciones. Está claro que el propietario tiene un problema, pero sin ayudas es difícil actuar. Estamos en una situación abstracta ya que, en la práctica, es difícil saber cómo actuar».

No obstante, Salom subrayó que dicha circunstancia no implica que deban quedarse de brazos cruzados mientras se lanza a perder el monasterio y apuntó a la opción de compra de un particular como la más factible para que mejore su situación: «Siendo realistas, la menos mala de las soluciones sería que viniera alguien, un grupo inversor por ejemplo, que se hiciera con el monasterio, lo restaurase y le diese un uso. Sería un modelo similar al que existe en Carcaixent con la Casa de Ribera, que es un restaurante que cuidó muchísimo el edificio y que se mantiene en buen estado gracias a eso. Es cierto que tenemos un problema y que todo apunta a que no va a disminuir, pero eso no quiere decir que no tengamos que sentarnos todas las partes implicadas en una mesa y ver cómo disminuimos el riesgo», sentenció.

A expensas, por tanto, de que los propietarios y las distintas administraciones públicas implicadas se reúnan para intentar alcanzar algún tipo de solución, como el propio Salom manifestó, el estado del monasterio empeora con el paso del tiempo.

El reciente intento de robo en el monasterio, sobre el que informó en exclusiva Levante-EMV, supone la gota que colma un vaso que amenazaba con desbordarse desde hace tiempo. Aunque no es el único allanamiento sufrido en los últimos meses. Este mismo periódico ya dio cuenta del expolio sufrido a principios de verano y, como informó ayer, un grupo de youtubers también se adentró en el edificio para grabar su interior y subir el contenido a Internet. A estas circunstancias habría que sumar todas aquellas entradas de jóvenes y curiosos en general de las que no se tiene constancia, más allá de la considerable suciedad y basura que se encuentra en sus alrededores.

La idea de reconvertir el viejo monasterio en un negocio hostelero partió de un empresario de Carcaixent que rescató el edificio de la ruina y lo transformó en un hotel. Corrían los años ochenta y la aventura fracasó. Tras años de nuevo deterioro, la empresa Tano de Gandia compró en 1995 el inmueble para explotarlo como hotel y sala de banquetes. Invirtió grandes sumas en su restauración hasta ponerlo en venta en 2015. La compañía presentó un concurso voluntario de acreedores y, tras la liquidación judicial, un fondo de inversión estadounidense adquirió buena parte de sus propiedades. En aquel momento, los ayuntamientos de Alzira y Carcaixent se mostraron reacios a rescatar el monasterio, debido al elevado coste de la operación. Un sentimiento compartido, además, con las administraciones supramunicipales, como es el caso de la Diputació de València o el Consell.

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